Juan Elizalde analiza las causas estructurales y tecnológicas que hacen a la escasez de la principal categoría capaz de generar más kilos de carne y aumentar el peso medio de faena, en línea con otros países. Las últimas investigaciones que miden dónde hay potencial para mejorar en las empresas ganaderas.
Mientras el país comienza a ordenar la macroeconomía, aumentar la producción de carne surge como un objetivo estratégico para el sector. Juan Elizalde, de la consultora Elizalde & Riffel, disertó en el 11º Congreso Ganadero de Rosario sobre “Los desafíos para el despegue”, analizando las causas del estancamiento y los últimos conocimientos para lograr más kilos al deteste, en la recría y en el feedlot.
“Desde hace 20 años la ganadería produce alrededor de 3 millones de toneladas promedio de carne. En adelante se necesitarán cerca de 50.000 t más por año para cubrir el consumo del crecimiento poblacional y seguir avanzando con las exportaciones. O sea, para mantener el equilibrio entre demanda y producción. Si no, empezaremos a rascar el fondo de la lata”, proyectó Elizalde.
¿Cómo aumentar la producción? En todo el mundo hay menos tierras disponibles para la cría y el número de terneros resulta escaso. “Entonces, los principales países ganaderos se empeñan en lograr más kilos por cabeza, algo que acá no sucede”, planteó.
En tal sentido, un reciente trabajo realizado por la consultora junto con Phibro Animal Health comparó el peso de la carcasa de Australia, EE.UU. y Brasil con el de la Argentina. “Mientras los competidores promedian los 278 kg, considerando todas las categorías, novillo, vaca, vaquillona, nosotros estamos en 226 kg, o sea, 54 kg menos por animal faenado”, apuntó.
Además, si se considera el peso de las carcasas de los animales terminados a corral, la diferencia es mucho más importante. “En los otros países el promedio es de 344 kg: en EE.UU. llega a 380 kg y en Brasil a 280 kg; en cambio en la Argentina es de sólo 210 kg», afirmó.
Juan Elizalde.
“Es decir que en otras ganaderías el feedlot se usa para agrandar el tamaño de la res mientras que acá, para achicarlo. La hacienda terminada en los corrales sale más liviana que el promedio general: 210 kg vs 226 kg”, remarcó.
¿Por qué vamos a contramano? “El emblema de cualquier país exportador es el novillo. En EE.UU. buscan agregarle más kilos con ayuda de modificadores de crecimiento y en Brasil con machos enteros. Pero nosotros nos volcamos a los animales livianos”, señaló.
Elizalde sostiene que este modelo surgió hace 20 años como respuesta al avance de la agricultura. “De este modo, se necesitan menos pasturas y se terminan en menos tiempo. Y entre los consumidores se instaló que esa carne es más tierna”, describió, aludiendo al nudo gordiano de la baja producción de carne.
¿Qué pasó con los novillos? “Entre 2009 y 2024 cayeron a la mitad y como es la categoría que mejor responde a sumar kilos, es lógico que el peso promedio de faena no aumente. Por eso cuesta tanto progresar”, subrayó.
Así las cosas, el 85% de los machos se faenan livianos y el 15% como novillos, pero si se consideran los pesados, sólo significan el 3%. “La mitad de estos últimos son de los frigoríficos a los que, si bien les interesa hacerlos con mayor kilaje para algunos destinos, la cantidad de cabezas no es tan importante como para impactar en el peso medio de faena”, aclaró.
Una manera de evaluar las ineficiencias que implica esta estructura productiva son los kilos de novillo producidos por vaca de cría. “En EEUU producen 1,40 de su peso vivo en novillo. O sea que, si la vaca de cría pesa unos 550 kg, por ejemplo, puede lograr un novillo de casi 700 kg”, indicó, aludiendo a que el promedio de esta categoría en 2023 fue de 638 kg.
En la Argentina, “esa cuenta da 0,85. Una vaca de cría de 450 kg da un novillo de 380 kg. Es un problema estructural porque tenemos muchas vacas (que demandan el 60% de la comida del ciclo completo) para sacarles pocos kilos de novillo”, lamentó.
La solución tecnológica
Para Elizalde, más allá de este perfil productivo desafiante, hay tecnologías sencillas y eficaces para contribuir a aumentar el peso medio de faena.
“Desde hace varios años presento en este congreso el impacto de acortar el servicio en rodeos de cría. Reducirlo a 60 días lleva a concentrar el 70% de las pariciones en 20 días. Eso implica que habrá más terneros que nacieron antes, tomaron más leche, comieron más pasto, y el peso al momento del destete será mayor”, explicó.
¿Cuánto significa esto en kilos? “Se producen 20 kg más por ternero destetado. Y en plata, a razón de $2.200/kg, hay un ingreso adicional de $44.000. Esto representa un aumento equivalente a la mejora del margen bruto por vaca al pasar del 70 al 80% de preñez”, calculó Elizalde. ¿Qué hace falta? “Hay productores que lo logran mediante el seguimiento del rodeo con una libretita y otros con caravanas electrónicas. Es simple”, respondió.
También en la recría hay técnicas para aumentar el peso del novillito. “Un ejemplo es pastorear la alfalfa cada vez con menos floración: mientras la carga aumenta un 20%, la ganancia de peso mejora entre 100 y 150 g/día”, afirmó.
Por supuesto, la etapa ideal para ganar kilos es el feedlot. Sin embargo, un trabajo publicado por la Asociación Argentina de Producción Animal en 2023 ilustra la problemática del país: “Potencial y brechas productivas en corrales de terminación de Córdoba y San Luis”, de Anomale y otros.
El estudio recopiló la información de 118 corrales de ocho empresas CREA. Se calculó el índice de conversión esperado (con una dieta media) mediante el software MBG carne y luego se midió cuánto se obtuvo con la misma a campo.
En la línea roja del gráfico se muestran los niveles de conversión medidos en el corral y en la negra los que arroja el programa de formulación: la diferencia es de 2,5 a 3,2 kg de MS por kilo de peso vivo.
“Un novillo de 400 kg (flecha roja) tiene una conversión potencial de 6,4:1 pero la real a campo fue de 9,4:1. Es un 50% de diferencia, con tendencia creciente a medida que aumenta el peso del novillo. Y estos son campos CREA, que llevan registros, los que no miden tal vez estén peor”, aseveró.
¿A qué se debe esta brecha? “Al manejo: errores en la preparación de la comida, no mezclar bien, presencia de aflatoxina, alimentar a cualquier horario, granos tirados en el piso y demás. Son ineficiencias que también influyen en el bajo peso de terminación”, alertó. De cualquier modo, controlando las variables productivas, “es posible mejorar la conversión y no depender sólo de la relación de precios entre el ternero y el novillo para que el engorde sea negocio”.
Otro trabajo que muestra el potencial de mejora del feedlot son las características de maíces que se utilizan en las dietas. Se manejan dos tipos de granos: el flint que se destaca por su mayor proporción de endosperma duro o vitreo y el dentado amarillo con mayor proporción de endosperma harinoso.
El año pasado el investigador Lucas González hizo un ensayo en el INTA Villegas como parte de su tesis de doctorado, comparando muestras de maíces argentinos y estadounidenses. Registró que en las locales el 73% del endosperma corresponde al tipo vitreo y en las del Norte sólo el 53%, lo que influye en la nutrición bovina.
“Los maíces americanos son más digestibles (61,5%) que los argentinos (50,7%). Eso implica que los de allá liberan más energía por kilo consumido. Y como el animal ingiere hasta una determinada cantidad de energía, más de eso no acepta, comerá menos para producir un kilo vivo. Como conclusión la dieta americana resulta más eficiente”, alertó.
Esto cambia también la necesidad de otros ingredientes en las dietas locales. “Un ensayo de Pordomingo (Aníbal) con novillos en terminación comprobó que incluyendo el 10% de proteína bruta la conversión es la misma que con el 13% o 15%. Pero estas últimas formulaciones son bastante más costosas. Por eso, si se usa una tabla nutricional americana con maíz argentino, habrá que hacer los ajustes correspondientes”, advirtió.
Para finalizar, Elizalde resaltó que todos los años aparecen nuevas investigaciones y tecnologías que permiten aumentar la producción. “Si las variables macroeconómicas se normalizan, la eficiencia de las empresas será cada vez más importante en el resultado del negocio”, concluyó.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicación de «Valor Carne» de fecha 25-07-2024