Juan Roo, CEO de CDV, explica cómo se compone el precio de la dosis que llega al campo del productor y advierte acerca del riesgo que conlleva cambiar su formulación en momentos en que Brasil deja de vacunar. Cuánto menos podrá costar la bivalente o trivalente que se aplicará en 2026.
Juan Roo.
CDV es un laboratorio argentino que, en diciembre de 2015, aprobó una inversión de USD40 millones para construir de cero una planta de vacunas antiaftosa, con lo cual desde fines de 2017 el país cuenta con un segundo jugador en este mercado, un activo estratégico para la ganadería. Hoy, ante el fuerte debate por el precio al productor, Juan Roo, CEO del laboratorio, aborda la temática. ¿Cuánto cuesta una dosis de vacuna? ¿Es realmente la más cara de la región? ¿Cuánto se ahorrará con la bivalente o trivalente? ¿Quién gana y quién pierde con la nueva estrategia?
“Comparar el valor de la vacuna entre la Argentina y otros países de la región, es antojadizo si no se tiene en cuenta el reacomodamiento de precios relativos que se está dando desde que asumió el nuevo gobierno y empezó a ordenar la macro”, planteó Roo en diálogo con Valor Carne.
Más allá de su formulación, acá hay que sumarle la estructura impositiva: el impuesto país, impuesto al cheque, ingresos brutos, ganancias y el 21% de IVA. “En el caso del IVA, como la vacuna antiaftosa está exenta y las plantas son de dedicación exclusiva, no pueden descargar ese impuesto, que significa un costo más para la industria”, aclaró, aludiendo a una de las diferencias con Paraguay, por ejemplo, que también produce vacunas y donde hay 10% de IVA.
“Tampoco se puede comparar con Brasil, cuyas plantas cubrían más de 200 millones de cabezas, pero está dejando de vacunar y liquida el sobrante a 20 o 30 centavos de dólar por dosis. Ni siquiera con Uruguay, que no produce la vacuna, la compra el Estado a unos 80 centavos de dólar, se la brinda al productor sin cargo y después recupera la inversión cuando se exporta la carne”, aclaró.
¿Cuál el precio en la Argentina? “Hay que considerar que las producciones se hacen seis meses antes de las campañas y después las dosis se entregan a las fundaciones”, respondió, reformulando la pregunta para aportar claridad: “¿Cuánto cobramos los laboratorios?”.
“Si tomamos la vacuna que se aplicó en la primera campaña de 2024, las ventas se hicieron entre octubre y diciembre de 2023 con entrega en el primer trimestre de este año. Ahí, el precio inicial era $550 y a fin de año se ajustó a $800. El promedio es de unos $600/$620, eso es lo que cobramos los laboratorios”, indicó, poniendo en blanco sobre negro un punto que altera a más de un productor.
En un país con alta inflación, este modelo comercial representa una desventaja adicional. “El precio se fija para toda la campaña y nosotros terminaremos cobrando esas dosis este mes de julio, en pesos. Algunos pagan enseguida, otros a 180 días, cuando veníamos con más 200% de inflación anual. Entiendo que el productor se enoje, pero ante eso yo pregunto ¿existe algún producto que se haya mantenido en el mercado seis meses sin actualización?”, afirmó.
Luego, las fundaciones, que son de los propios productores y sociedades rurales, le agregan el valor del servicio. “La vacuna en la Argentina tiene su ‘PedidosYa’, algo que no existe en ningún otro país de la región. Acá, uno levanta el teléfono, un veterinario viaja hasta el campo, le asegura la cadena de frío y le aplica la vacuna en forma profesional”, describió. El costo de esta operatoria depende de la región, la distancia y los honorarios del vacunador. Por lo tanto, lo fija cada una de las más de 300 fundaciones que hay en el país.
“En enero los laboratorios actualizamos el valor de la vacuna por inflación para la campaña siguiente (que se empieza a vender ahora y se utilizará en octubre) y pasamos a $1.400”, explicó Roo.
En concreto, “en la primera campaña de 2024, la fundación le cobró al productor esos $1.400 pesos, más su costo de logística, o sea, unos $1.800, que significan sólo el 0,2% del valor de una vaca. Sin embargo, ahí fue cuando se generó todo ese ruido en el sector. Además, la realidad es que el precio de la vacuna en sí mismo, siempre fue 700 u 800 gramos de novillo”, indicó, aportando un dato alineado con los usos y costumbres del ganadero.
Habiendo planteado este punto, Roo se refirió a la competencia en el sector. “En el mercado hay dos elaboradores y tres oferentes de vacunas que literalmente nos peleamos por las fundaciones, que son nuestros clientes. Tenemos una diferencia de precios hasta 15 puntos entre unos y otros”, pormenorizó.
Al respecto, aludiendo a las usuales recomendaciones del Presidente Milei sobre Murray Rothbard, citó su obra “Monopolio y competencia”. “Cuando se piensa en un monopolio, o en este caso llamémosle un duopolio, no nos enojemos con los que se quedaron, sino con los que se fueron o los que no están”, advirtió.
¿Por qué no hay más empresas? “Porque es una inversión muy alta, en el mundo hay 25 plantas, no más. Y en la Argentina además son de dedicación exclusiva, un requisito que los otros países no exigen”, señaló.
Por qué una vacuna tetravalente
Hay una serie de factores que se consideraron para formular la vacuna con cuatro cepas tras una larga historia de lucha contra la enfermedad, sin resultados sostenibles.
“Cuando se dio el brote del 2001, los técnicos del SENASA determinaron qué cepa estaba circulando en el país, identificando un linaje más moderno que el A24 que se había aislado en 1965. La nueva cepa, llamada A2001, surgida como mutación de la anterior, se incluyó en la vacuna y se controló la enfermedad en seis meses, mientras que Brasil, que no la incorporó, tardó dos años. No es un dato menor”, apuntó.
Otra particularidad es que en ese momento también se decidió agregar la cepa C3 Indaial. “Es cierto que hace muchos años que no está, pero es un virus de aparición espontánea. Al ser vacunas inactivadas, no se corre riesgo de reversión o sea de generar el virus en el terreno. En definitiva, se incluyó porque así lo determinaron los técnicos del SENASA y si está considero que es mejor”, aseveró.
Sin embargo, prosiguió, “se empezó a instalar el tema de que nuestra vacuna es tetravalente para impedir que ingresen competidores”, planteó, detallando que la importación siempre estuvo abierta y el SENASA provee las cepas para elaborarla, algo que no existe en ninguna parte del mundo. “Nuestros técnicos son muy expeditivos y acá se puede registrar la vacuna en un año cuando en Brasil lleva más de 10 años”, aclaró, detallando que de cualquier modo se deben pasar controles de calidad muy estrictos.
“En nuestro caso, todos los meses vamos al sur del río Colorado, se compran 17 novillos libres de anticuerpos, se los vacuna, se les saca sangre a los 30 y 60 días y se prueba la potencia. Nosotros pasamos con 98% de protección para las cuatro cepas”, indicó, detallando que los datos son públicos.
Otra cuestión sustancial que informó Roo es que sacarle una o dos cepas no impactará mucho en el precio al productor. “Podrá mejorar en un 7 u 8%, no más, porque el costo de la vacuna no está directamente relacionado con la cantidad de cepas sino con una estructura de dedicación exclusiva, además de los desafíos macroeconómicos”, subrayó.
Sin embargo, como país ya se tomó la decisión de modificar la formulación. “Nos llamaron a una reunión, como industria dijimos que no tenía sentido sacarle cepas. Y entiendo que los propios técnicos del SENASA, sobre todo los que más saben sobre la historia de la aftosa en la Argentina, no estaban de acuerdo con el cambio. Pero se avanzó con la resolución y al día siguiente ya estuvo vigente”, reveló. En tal sentido, la nueva vacuna podrá ser bi o trivalente y atento a los tiempos que requiere la producción estará disponible a fines de 2025 para las campañas de 2026.
El CEO piensa que esta modificación tiene su talón de Aquiles. “Brasil deja de vacunar este año y tiene fronteras con Colombia, que tuvo un brote en 2018; con Venezuela, cuyo estatus sanitario se desconoce; y con Bolivia que ha dejado de vacunar. Entonces, Brasil supone un triple riesgo para la Argentina, no por contrabando, compartimos riachos por donde las vacas cruzan caminado por una cuestión natural”, aseveró. “Podríamos haber esperado dos o tres años para ver si no se producen brotes y recién evaluar si es momento de sacar cepas”, resaltó.
Así las cosas, Valor Carne indagó si los cambios en la estrategia de vacunación perjudican al laboratorio. “No. Tenemos capacidad para producir 40 millones de dosis al año, si hacemos bivalentes podemos elaborar el doble y seguir exportando, nos favorece el hecho de que la Argentina es referente mundial en aftosa”, aseveró.
¿Y el nuevo esquema de aplicación? “No hemos visto los estudios técnicos y científicos de los últimos dos años, que anunció el SENASA. No estamos al tanto de la documentación que respalda esta decisión”, comentó.
Para concluir, Roo destacó que la visión de la empresa es la seguridad sanitaria. “Hoy la ganadería argentina exporta por USD3 mil millones y podría duplicar este valor en los próximos años. Entonces venderíamos más de las otras vacunas, tenemos cuatro plantas de biológicos con una amplia oferta para prevenir enfermedades y contribuir a ese crecimiento. Eso sería negocio para todos”, finalizó.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicación de «Valor Carne» de fecha 11-07-2024