En épocas de sequía es clave saber aprovechar la fortaleza del pastizal natural. “El destete es buena época para tomar medidas a tiempo, si venimos mal de pasto podemos bajar la carga. Manejarlo como una pastura favorecerá el crecimiento para la próxima parición”, afirman desde el INTA.
Cría: momento de decisiones
“El pastizal natural tiene gran capacidad de sobrellevar avatares climáticos porque está compuesto por un gran número de especies, muchas han sobrevivido durante años a la inundación y otras a la sequía. Esto hace que el sistema ganadero sea más estable y no tenga las fluctuaciones características de la agricultura, inclusive las pasturas implantadas, cuyo rendimiento cae ante una seca”, dijo el Ing. Agr. José Otondo, del INTA Cuenca del Salado, en el seminario organizado por el IPCVA en Ayacucho, Buenos Aires.
Y agregó: “aún con esta fortaleza, en el actual contexto de seca es necesario implementar estrategias de manejo de la oferta y demanda de forraje. Hay que tratar al pastizal como si fuera un pastura cultivada, esto nos permitirá sobrellevar la situación y enfrentar mejor el otoño-invierno que se viene”.
¿Cómo medir la productividad del pastizal?
El Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección (LART) de la Facultad de Agronomía de la UBA desarrolló una herramienta que permite conocer la producción de forraje del pastizal natural.
“Desde hace 18 años, se monitorean miles de potreros de la Cuenca del Salado y se mide cuánto crece el pastizal a través de imágenes satelitales. Gracias a ello, hoy podemos construir una curva de productividad promedio para cada mes del año. A su vez, como en ese período hubo sequías e inundaciones, también podemos conocer los desvíos en un año bueno y en uno malo, respecto del promedio”, explicó Otondo.
El 80% de la oferta se da entre septiembre y marzo, es decir que ése es el período clave para acumular forraje. Pero en esa época las lluvias son muy variables y, con ello, puede cambiar fuertemente la disponibilidad de pasto de todo el año, que es lo que pasó en la primavera-verano 2017-18.
“Llovió cerca de un tercio de lo habitual, tendría que haber unos 450 mm acumulados y cayeron sólo 150 mm. Esto hizo que la producción de pasto esté bastante por debajo del promedio. Según mis cálculos, hoy nos estaría faltando un 23% del pasto”, señaló.
Ese pasto, que debería estar en el campo, por lo general se difiere para que la vaca lo vaya comiendo durante el otoño-invierno. ¿Se podrá recuperar ese faltante? “Aunque las lluvias se normalicen y la curva de oferta del pastizal se acomode a su máximo posible, no estaríamos en condiciones de compensarlo. Porque en el invierno, aunque sea benigno y llovedor, naturalmente el pasto crece poco”, advirtió el especialista.
En síntesis, hoy, a comienzos de otoño, se sabe que va a faltar pasto de los pastizales naturales. En el campo puede haber otros recursos como rollo, silaje, sorgos diferidos, pero seguramente estarán afectados porque la seca castigó todo pero, como se dijo, aún más los cultivos.
Destete, la hora cero
En marzo-abril siempre es bueno hacer un balance forrajero porque es el momento del destete. Conocer la cantidad de pasto disponible, cuánto va a crecer, la cantidad de reservas y las bocas a alimentar, es clave para decidir el negocio.
Esta práctica es más importante aún en tiempos de seca: si falta pasto se puede bajar la carga a tiempo. “Con respecto a la demanda, al destete, uno toma la decisión de cuántos terneros va a dejar en el campo para recriar. Además, es cuando se hace el tacto y el boqueo; con ello, sabremos cuántas vacas quedaron vacías y cuántas son viejas, y podremos descartarlas”, pormenorizó.
En cuanto a la oferta, también es buena época para poner en marcha estrategias de manejo del pastizal. “A groso modo en todos los campos hay ambientes bajos y altos, cuanto más arriba estamos, los suelos son más fértiles. En general, ahí, si bien hay especies que crecen en verano, hay mayor proporción de las invierno. En cambio en los bajos, sean alcalinos o dulces, predominan los pastos estivales”, afirmó Otondo.
Entonces, hoy, a comienzos del otoño, se sabe cuánto pasto faltará y cuál es el ambiente en el que va a crecer más. “Si en los altos están los de invierno, el pasto que va a crecer de ahora en más será el de ahí arriba”, indicó.
¿Cómo promover el crecimiento en la loma?
Si los pastos son anuales, léase raigrás, cebadilla y poa, nacen en otoño; es decir, que la semilla germina ahora. Y si son perennes como flechilla y stipa, macollan y rebrotan en invierno.
“Todas las especies necesitan luz para establecerse, que no exista competencia con pastos de verano que hayan quedado acumulados. Entonces, siempre hay que pastorear intensamente estos lugares. Este año, como venimos de seca, posiblemente ya estén bien comidos”, describió.
Una vez limpio de remanentes, la clave está en el buen manejo del pastizal. “Muchas veces se lo maltrata porque es gratis. En cambio, una pastura la cuidamos porque nos costó plata; uno nunca pensaría en sembrar y pastorear ni bien nace porque sabe que la pierde. Bueno, hay que considerar al pastizal de igual manera. Si recién está germinando o rebrotando, hay que darle tiempo a que las plantitas se establezcan”, planteó.
Para ello, el potrero donde predomina la loma debe estar cerrado. “Si no la hacienda naturalmente va a ir arriba, donde está el rebrote y se lo come. Entonces, no vamos a tener pasto ni arriba ni a abajo”, advirtió. Y prosiguió: “si tenemos que castigar algún potrero, habrá que elegir el bajo hasta que logremos generar una buena biomasa en el de invierno”.
Otondo aclaró que el crecimiento en la loma es más lento que el de una pastura, un verdeo y una promoción de raigrás. “Pero nos va a asegurar pasto para julio/agosto que es cuando la vaca empezará a parir. Ahí, si no se hace un buen manejo de entrada se sufrirán los problemas que nos dejó la seca”, aseveró. Esto permitirá generar un poco más de forraje en la medida que el campo tenga buena proporción de suelo alto. “Si tenemos poca loma, el efecto va a ser menor, limitado a esa superficie”, apuntó.
Una vez logrado el establecimiento del pasto de invierno, hay otras herramientas que pueden potenciar la oferta de forraje. “Allá por abril-mayo, si sólo tenemos plantitas de gramíneas, que es lo más habitual, responden muy bien a los fertilizantes nitrogenados y son más baratos que los fosforados”, sostuvo.
Por último, antes de fertilizar hay que monitorear la presencia de malezas. “Luego de la sequía suele haber sobrepastoreo que lleva a que los potreros se enmalecen. Entonces, cuando están verdeando, hay que verificar si lo que está creciendo es el forraje deseable. Si son malezas, hay que aplicar algún herbicida selectivo que apunte directamente a la maleza y no a la gramínea. Esto nos va a ayudar a que la respuesta a la fertilización sea positiva”, aconsejó.
Para finalizar, Otondo destacó que una sequía de la magnitud de la actual pone de relieve el valor del pastizal natural para la ganadería. “Desde el INTA, consideramos estratégico conservar estos pastizales, que de hecho ocupan el 80% de la superficie donde se desarrolla la cría de la primera región productora de terneros del país”, concluyó.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
03/04/2018