Si el tipo de cambio se sostiene en términos reales, el rol de la exportación en la demanda total y en la formación de los precios crecerá más.
En los últimos 12 meses, y mientras la inflación fue del 34 por ciento, el precio del novillo en Liniers subió un 31,8 por ciento. El novillito (350-390 kilos), 31,2 por ciento y el ternero gordo, 28 por ciento. La vaca gorda, por su parte, aumentó 34,2 por ciento y la vaca conserva un 49,5 por ciento. Por otra parte, el novillo pesado de exportación subió un 30 por ciento y el ternero negro de invernada (180 kilos), subió sólo un 11 por ciento.
El bajo valor de la invernada es reflejo de una demanda limitada, debido al pésimo estado de los campos y la precaria situación de los feedlots, muy afectados por la suba del valor del alimento.
Primavera de precios
Con el despunte de la primavera, y en la medida que haya humedad en los suelos, la oferta ganadera bajará un escalón y el mercado, tanto de gordo como de invernada, probablemente se afirmará. Los campos verdean, pero están todavía muy cortos.
La oferta ganadera todavía es alta, y el consumo interno está débil, pero los precios se recuperan en términos reales.
La exportación, que hace dos años era sólo siete por ciento de la demanda, hoy ya representa el 18 por ciento. Y ya incide en la formación de los precios del ganado.
China y Rusia, comprando cortes de vaca de bajo valor, explican el 90 por ciento del aumento reciente de las exportaciones argentinas. Pero en las últimas semanas, a favor de la competitividad que le da a los exportadores las sucesivas devaluaciones, se ha comenzado a embarcar otros productos del novillo: chuck & blade, bola de lomo, cuadrada, tortuguita, delantero robado, todos cortes que hasta hace poco iban exclusivamente al consumo doméstico.
La combinación de un tipo de cambio que en lo que va del año ha subido un 77 por ciento, con un mercado chino cuya demanda parece no tener límites, hace que hoy los frigoríficos hayan comenzado a exportar -por ahora volúmenes moderados- de cortes típicos del consumo.
En julio se embarcaron 48 mil toneladas, y si bien más de la mitad de lo vendido sigue siendo carne manufactura a China o Rusia, la competitividad que le da a la exportación este tipo de cambio hace que haya aparecido en forma incipiente la competencia entre exportación y consumo.
El fuerte aumento en el volumen exportado permitiría concluir que gran parte de ese incremento se habría dado a expensas del volumen librado al consumo.
La demanda doméstica ya no dispondría de 59 a 60 kilos per capita como hasta hace dos meses, sino que estaría reducido a 54-56 kilo per cápita, ya muy cerca de la “zona de resistencia”.
Todo se da naturalmente: el consumo está pesado, y muchos cortes que sobran en la mesa de despostada o se acumulan en las cámaras de los frigoríficos, se han comenzado a exportar.
También todo es muy reciente: hasta fin de 2017, los frigoríficos exportadores perdían mucha plata exportando. Y ahora se sorprenden de los márgenes de utilidad con que trabajan, especialmente a China.
Si este tipo de cambio se sostiene o sigue avanzando en términos reales, la participación de la exportación en la demanda total y en la formación de los precios va a seguir creciendo. Y mucho antes de lo esperado, estaremos recuperando el perfil histórico de la demanda por carne vacuna en la Argentina: 80 por ciento consumo interno y 20 por ciento exportación.
Publicaciòn de «Decisiòn Ganadera» de fecha 03/09/2018