Un campo certificado por la Alianza del Pastizal logra 90% de preñez en vaquillonas y termina 600 novillos por año de 440-470 kg, con destino a la Hilton y a góndolas del Gran Buenos Aires.“Es un modelo replicable en casi toda la ganadería del Litoral Norte del país”, afirmó Víctor Navajas, de Las Marías.
“Arrancamos con esta iniciativa hace más de 10 años, cuando tomé contacto con Aves Argentinas. Nos invitaron a participar del Sitio Piloto Aguapey, junto a otros establecimientos de la zona que alberga gran diversidad de aves silvestres. Enseguida me di cuenta del potencial del proyecto que años después nos llevó a producir y comercializar Carnes del Pastizal“, contó Víctor Navajas, de Las Marías, un establecimiento correntino que maneja 12 mil hectáreas de pastizales naturales donde hacen el ciclo completo de hacienda Brangus. Y aclaró que “si bien la idea era conservar el hábitat de esas especies, los técnicos buscaban incrementar la productividad y rentabilidad ganadera, para limitar el avance de actividades más agresivas como la agricultura y la forestación”.
La Alianza de Pastizal se creó en 2006 para proteger unas 100 millones de hectáreas de pastizales naturales de países del Mercosur, de las cuales el 60% están en la Argentina y el resto en Uruguay, Brasil y Paraguay. Estos recursos, además de ser refugio de aves migratorias en peligro de extinción, constituyen una oportunidad para desarrollar una ganadería rentable y amigable con el ambiente. En ese marco, se implementó un novedoso sistema de calidad certificada para distinguir las carnes procedentes de esos planteos, mediante el sello Carnes del Pastizal, ofreciendo en las góndolas un producto natural cada vez más apreciado por los consumidores modernos.
El protocolo
“Lo atractivo del proyecto es que conjuga la conservación de los pastizales con la mejora de la ganadería”, sostuvo Navajas. Para ello, agrónomos, biólogos y ornitólogos elaboraron junto a los productores, un protocolo de buenas prácticas de manejo, que incluye pastoreo adecuado a la oferta de materia seca, suplementación estratégica, empleo racional del fuego, aplicación de planes sanitarios completos y uso del corral sólo para emergencias climáticas extremas, entre otras.
“Una gran ayuda fue que el protocolo era parecido a lo que ya veníamos empleando en nuestro campo. No hubo que hacer demasiados cambios, sólo llevar registros minuciosos”, recordó. Y resaltó: “es más, los técnicos nos dejaron proponer cambios porque evidentemente quienes más conocemos estos recursos somos los que trabajamos con ellos”.
Por ejemplo, con respecto al fuego, un método que se usa mucho en el NEA, no hubo objeciones, sólo se establecieron las fechas y prescripciones de la práctica, de modo de facilitar la renovación del pastizal y, a la vez, la nidificación de especies valiosas.
“En potreros grandes, que es lo habitual acá en Corrientes, la quema de los pastos de mayor porte, encañados, provoca una rotación sin necesidad de hacer subdivisiones. Así, la hacienda, manejada con cargas controladas, consume donde hay pasto nuevo y abandona las áreas donde está pasado. Y ese ciclo de año y medio -a veces dos- entre quema y quema, sirve para la nidificación de aves”, explicó el productor. De cualquier forma, el establecimiento cuenta con un área de reserva, sin ninguna intervención, donde los técnicos de la Alianza hacen estudios y comparaciones con el campo de uso ganadero. “Se está comprobando que las medidas que incrementan la productividad animal, a través de la mejora del pastizal, favorecen también la presencia de aves y la diversidad de especies forrajeras”, detalló.
Fuerza pastoril
Para el empresario, una cuestión fundamental del protocolo de la Alianza es que están contempladas todas las prácticas necesarias para hacer de la ganadería pastoril una actividad competitiva en los mercados.
Los pastizales de Las Marías mantienen 2.200 vacas madres en producción y 400 vientres de cabaña. “Utilizamos genética Brangus, que es un animal diseñando para trabajar a campo. Y esta certificación lo confirma, agrega valor”, aseveró Navajas.
En la cría se utiliza una carga de 0,5 equivalente vaca por hectárea y la recría incluye suplementación estratégica para paliar las deficiencias propias de los suelos y los pastos de la zona. “Hacemos recría de vaquillonas, también con carga controlada, manejadas en rotativo sobre el malezal, con suplementación proteica y mineral en bloques; les damos servicio ahí mismo, a los dos años de edad, y alcanzamos una preñez del 90%”, aseguró. Incluso, prosiguió: “si reservamos el pastizal en verano y lo usamos diferido, obtenemos ganancias de peso de 450 gramos por día, que en invierno es muchísimo”.
Para la invernada, se cultivan unas 800-1.000 ha de pasturas megatérmicas, que están dentro del porcentaje de superficie autorizado por la Alianza. “El pasto elefante, por ejemplo, permite producir durante 90 días casi como si se estuviera en un feedlot. Con una suplementación muy baja, en este caso con concentrados, se logran ganancias de peso de 800 gr a 1,2 kg/diarios. “Son animales de muy buena estructura y óptimo desarrollo, los suplementamos sólo para lograr una terminación adecuada para el mercado”, afirmó. Y argumentó que “la gente quiere carne del pastizal pero está acostumbrada a la del feedlot. Nuestro producto no es como el novillito bonaerense, de grasa 2 ó 3, pero mínimamente la grasa 1, tipo Hilton, es indispensable para que el consumidor lo acepte”.
El establecimiento termina anualmente unos 600 novillos de dos años y 440/470 kg promedio. Algunos cortes van a la cuota Hilton y otros a la cadena de supermercados Carrefour. “Cuando obtuvimos la certificación, salimos a ofrecer el producto pero había interés en pequeña escala, llegábamos a algunas carnicerías y restaurantes. Hace un par de años surgió una oportunidad concreta con Carrefour. Ahí recién logramos una demanda firme y continua. Hoy nos están pidiendo más de lo que podemos producir, los cortes vuelan en las góndolas del Gran Buenos Aires. ¿Precio? “Por lo pronto, nos pagan como un novillo británico pampeano. A mediano plazo el negocio apunta a desarrollar este nicho de alto potencial”, señaló.
Reflexiones
Navajas piensa que lo saliente de la iniciativa es haber logrado un buen trabajo en equipo entre ganaderos y ambientalistas. “Hicimos las paces. Coincidimos en que la especie humana es la primera a la que hay que proteger. De hecho, las áreas de mayor conservación son las de menores índices de desarrollo humano. Ahí, mientras algunos van de vacaciones y sacan fotos, la gente vive en la miseria y eso es inaceptable. Entonces, la protección de los recursos debe incluir la producción con fines económicos, que ingrese riqueza a la zona”, planteó.
¿La proyección de este emprendimiento? La importancia va más allá de los 80 establecimientos certificados por la Alianza, que suman un total de 85.000 cabezas y 280.000 ha de pastizales en el país. “El protocolo es 100% replicable en casi toda la ganadería del Litoral Norte que se podría hacer con este modelo mejorando la preñez y otros indicadores de eficiencia, la gran asignatura pendiente de la producción argentina de carne”, finalizó.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 20-09-2018