El Senasa y el Conicet evaluaron la sustancia y concluyeron que no hay evidencia científica de que pueda generar resistencia a los antimicrobianos de uso humano. En base a ello, se la exceptuó de la resolución que da de baja a los alimentos para animales que contengan antibióticos y antiparasitarios.
La Res Senasa 1119/2018 confirmó que a partir del 2 de enero de 2019 se cancelan los registros y certificados de uso y comercialización de alimentos para animales con antibióticos y antiparasitarios. La buena noticia para la ganadería es que la normativa exceptuó de esta baja a ciertos coccidiostatos, entre ellos la monensina, un compuesto de alto impacto en la eficiencia de los sistemas productivos intensivos.
El M.V. Federico Luna, a cargo de la Dirección de Productos Veterinarios del Senasa, explicó a Valor Carne los pormenores de la medida enmarcada en el Programa Nacional de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos, que busca prevenir la generación de bacterias que resistan la acción de los antibióticos en animales de consumo a fin de preservar la salud humana.
Con esta visión, en forma simultánea a la creación del Programa, se estableció un nuevo marco regulatorio de alimentos para animales (Res. Senasa 5947/2015), que prohibió, a partir de 2019, todos los que contengan medicamentos, sean antibióticos, antiparasitarios o coccidiostáticos.
“Se resolvió retirar esas drogas de los alimentos medicados, aunque el productor puede comprarlas e incorporarlas a la dieta, bajo receta veterinaria. Esta práctica nunca fue vedada”, afirmó Luna.
¿Por qué se tomó esta medida? “En principio, no había forma de garantizar la estabilidad de la droga en el alimento, debido a cuestiones de farmacotecnia, pero el principal objetivo era prescindir de ese forraje medicado y que el productor utilizara la droga sólo cuando fuera necesaria, prescripta por su veterinario”, remarcó. Y advirtió que “si las bacterias que desarrollan resistencia en los animales se transmiten a las personas, cuando éstas se enferman, los antibióticos no son efectivos”.
En cuanto a la monensina, estaba en el ojo de la tormenta ya que en Europa se pensaba que, si bien la droga no se emplea en medicina humana, podía desarrollar resistencia cruzada a otras de estructura similar que si sí se usan con ese fin.
“Entonces, inicialmente, en el país se optó por limitar el uso de monensina como ingrediente del alimento que se ofrece en la forrajería, aunque se formula en dosis muy bajas, como promotor de crecimiento”, apuntó el Director.
La Cámara de Fabricantes de Alimentos Balanceados pidió una revisión de la norma porque afectaba un nicho de mercado de interés. Así las cosas, desde el Programa del Senasa se solicitó colaboración al Conicet, para que contribuyera a evaluar la droga.
“No encontramos evidencia científica de que la monensina genera resistencia a otros antibióticos que se utilizan para las personas”, dijo Luna aludiendo a la conclusiones del organismo científico volcadas en un informe fechado el 4 de julio de 2018. Este estudio puso a la luz que tanto estructuralmente como por su modo de acción y generación de resistencia, la monensina es diferente a otros compuestos antimicrobianos aprobados para la medicina humana.
“En concreto, como es una droga necesaria para los sistemas productivos y no resulta de riesgo para la salud pública, se puede seguir utilizando en los alimentos medicados. Está autorizada”, enfatizó Luna.
¿Qué productos quedaron prohibidos? La Resolución 1119/2018 da de baja a partir del 2 de enero de 2019 los antibióticos en los alimentos medicados, dado que son los mismos que se emplean en la salud humana, con lo cual la resistencia que se genera en las bacterias de los animales después puede afectar al hombre.
En el caso de los antiparasitarios, se decidió retirarlos a comienzos de 2022 para que la cadena productiva tenga tiempo de adecuarse. “Desde el Senasa consideramos que la gradualidad es la mejor forma de aplicar una norma para que sea adoptada en forma efectiva”, aseveró.
Una sola salud
Ya en 2014 el Senasa comenzó a trabajar en conjunto con el Ministerio de Salud en la lucha contra la resistencia antimicrobiana. “La idea era crear una política nacional para enfrentar un problema que afecta a todos”, subrayó Luna. Sobre esa base, en 2015 se creó el mencionado Programa, bajo los lineamientos de la OIE y con la capacitación de los técnicos del Senasa a cargo del Instituto Malbrán, referente en el tema.
“Se tomaron 600 muestras en los frigoríficos de bovinos, porcinos y aves, buscando bacterias comunes a los animales y las personas y se evaluó el porcentaje de resistencia a diferentes antibióticos, sobre todo a aquéllos que se utilizan en cuidados intensivos de los hospitales”, rememoró Luna.
Con los resultados obtenidos se evaluaron las primeras medidas, prohibiéndose drogas que se utilizaban como promotores de crecimiento en animales y, al mismo tiempo, eran una de las últimas armas para afrontar infecciones humanas, como es la Colistina. Luego, se siguió con tomas de muestras mensuales, lo que permite hacer ajustes, además de sumarse tareas de difusión sobre la responsabilidad de ganaderos y veterinarios en la producción de animales de consumo.
“El estudio científico de la monensina es una muestra de la seriedad con la que trabajamos en el Senasa. Aunque la mayor carta de presentación de la Argentina es tener un plan integral de vigilancia de la resistencia antimicrobiana donde confluyen médicos y veterinarios, algo que sucede en pocos países de Sudamérica. Está muy bien visto por los mercados internacionales más exigentes”, finalizó Luna.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 10-01-2019