El Grupo CREA Cabañas, la Facultad de Agronomía de la UBA y el INTA Anguil presentaron los resultados del VII Bull Test, una prueba que permite evaluar la variabilidad en los reproductores de diferentes razas, identificar ejemplares superiores y generar información útil para la mejora de la descendencia. Desde 2011 se miden caracteres de interés económico, como docilidad, fertilidad, crecimiento, desarrollo y calidad de carcasa; y hace dos años se incluyó la eficiencia neta de conversión (RFI), una novedad en el país que atrae las miradas de toda la cadena por su impacto potencial en el principal costo de la producción de carne: el alimento.
La edición 2019 reflejó el creciente interés en este tipo de mediciones ya que participaron 19 cabañas con 62 toritos: 44 Angus, 6 Brangus, 6 San Ignacio, 3 Hereford y 3 Criollo Argentino.
“Cada empresa lleva adelante su programa genético, con objetivos particulares, pero el trabajo grupal sirve para compartir información, compararla y hacer ajustes para seguir mejorando”, afirmó Stewart Kambo, coordinador de la prueba del CREA Cabañas, una iniciativa abierta a criadores que no pertenecen a la organización y a ejemplares de todas las razas inscriptas en la Sociedad Rural Argentina.
Un diferencial del Bull Test es que los toros se manejan con la misma dieta y sanidad, de modo de uniformizar la influencia del ambiente. “Hay pruebas pastoriles, pero es un recurso tan heterogéneo que los resultados varían según el microambiente al que estuvieron expuestos. En cambio, con una ración uniforme y equilibrada -que maximice el crecimiento potencial- tendrán correlación con el desempeño de sus hijos o sea que serán heredables”, explicó.
Un aspecto que atrae a los criadores, es la oportunidad de validar los avances en la línea genética que sigue cada cabaña. “Hay una empresa que hace 20 años selecciona por área de ojo de bife y en el Bull Test 2019 sus toros ocuparon los primeros puestos del ranking de ese carácter. Hay otra que apunta a la calidad espermática y los suyos fueron superiores en este atributo”, señaló.
La experiencia también es útil para cabañas que no persiguen objetivos medidos en la prueba. “Un criador que trajo sus toritos está interesado en la facilidad de parto, parámetro no evaluado durante la prueba. Sin embargo, pudo ver que en otros, como crecimiento y terminación, sus ejemplares nos fueron inferiores a sus pares. Confirmó así que haber seleccionado por un carácter no fue en desmedro de los otros”, ejemplificó Stewart, subrayando que “el equilibrio en la performance de un reproductor es muy importante”.
La experiencia
Los toritos ingresaron con nueve meses de edad y tuvieron un período de 30 días de acostumbramiento compartiendo un encierre con una dieta alta en fibra. Luego pasaron a otro corral con los comederos inteligentes, desarrollados por el INTA Anguil, donde permanecieron 65 días con una dieta de crecimiento, con moderada energía, equilibrada en proteína y alta en fibra. Esos equipos permiten hacer mediciones de consumo individual de animales manejados en forma colectiva y calcular el RFI, que es una forma más precisa de evaluar la eficiencia en el aprovechamiento del alimento, ya que tiene en cuenta lo requerido por el animal para su mantenimiento y crecimiento.
¿Cómo funcionan? Los comederos automáticos identifican la caravana electrónica del animal cuando mete la cabeza por la reja para comer y cuando sale, registrando el tiempo que permaneció y la cantidad de alimento que consumió. Esa información es enviada a una computadora central donde se procesan los datos y se correlacionan con las pesadas de los animales, que se hacen cada 21 días. De ahí surge el RFI como diferencia entre ese consumo real y el esperado para su peso y ritmo de crecimiento.
¿Por qué ciertos animales hacen mejor las cosas? “La bibliografía dice que utilizan más eficientemente la energía. Por ejemplo, en la producción de metano hay una fuga importante de energía, entonces los que producen menos gas capturan más energía para otras funciones. Además, son más dóciles y más tolerantes al estrés, por lo que tienen menor gasto de mantenimiento de su masa corporal”, indicó Aníbal Pordomingo, Coordinador de ganadería del INTA, en la jornada de campo realizada el viernes pasado en el INTA Anguil. Y planteó: “son cuestiones de carácter biológico pero tienen correlaciones genéticas, que vale la pena analizar”.
Resultados 2019
La información de campo fue procesada estadísticamente por la Cátedra de Mejoramiento Genético Animal de la FAUBA, mediante un convenio con el CREA Cabañas.
“La prueba de este año tiene novedades importantes para avanzar en la medición de RFI en el país, que permitirán desarrollar tecnologías propias para un atributo conocido en el mundo», dijo Rodolfo Cantet, profesor de la FAUBA, al presentar los resultados del Bull Test 2019. La primera gran conclusión fue que “toritos de distintas razas pudieron evaluarse conjuntamente, a pesar de cierta diferencia en las medias raciales. En concreto, el ranking de los Angus solos, mayoritarios en la prueba, no mostró variaciones en el orden de mérito, comparado con el obtenido junto con las otras razas», aseveró. Y agregó que además «se había hallado correlación positiva entre RFI y porcentaje de grasa intramuscular, área de ojo de bife y docilidad; y negativa con grasa dorsal».
Otra primicia de gran utilidad económica fue un índice diseñado por la FAUBA, combinando RFI y ganancia diaria de peso promedio, ajustada por día de vida, para independizar la edad que en 10 semanas de duración de la prueba no era la misma para cada individuo.
“La idea surgió porque advertimos que no sería deseable para un feedlot, por ejemplo, elegir un animal de buen RFI pero que come poco y, por lo tanto, gana menos peso”, contó, presentando un ranking de toros en función de este indicador. “El 25% superior de la prueba, incluía ejemplares de las 5 razas participantes, en posiciones entreveradas. Consumieron 20% menos de ración para producir un kilo de carne que el promedio de sus pares. En concreto, todas las razas mostraron ejemplares interesantes”, reveló Cantet.
Al cierre de la jornada, Pordomingo resaltó el impacto potencial que significan estas innovaciones para los sistemas ganaderos del país. “Los nutricionistas pensábamos que dentro de cada categoría de un establecimiento, los animales eran todos iguales y armábamos dietas en función de ello. Ahora nos dimos cuenta de que hay gran variabilidad y que desde la genética podríamos generar ahorros de un 15% en alimento”, concluyó.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 30-09-2019