Desde 2011, el Grupo CREA Cabañas realiza un Bull Test o prueba de toros con el objetivo de evaluar la variabilidad entre reproductores de diferentes razas, identificar ejemplares superiores y generar información útil para la mejora de la descendencia. Uno de los caracteres valorados es la docilidad, que suscita el interés de toda la cadena por su relación con la producción de carne de calidad. Los especialistas Daniel Maizon, del INTA Anguil, y Ana Clara González, becaria doctoral del CONICET, explican cómo realizan las mediciones y cuáles son las conclusiones de la edición 2019 donde participaron 62 toritos: 44 Angus, 6 Brangus, 6 San Ignacio, 3 Hereford y 3 Criollo Argentino.
“Todos los ejemplares calificaron en las categorías más dóciles -con un puntaje inferior a 3,5- en una escala que va del 1 al 5, de mansos a agresivos. Además, cada raza presentó animales más y menos dóciles, incluso entre las que participaron con muy pocos toritos. Esto significa que en todas hay variabilidad genética como para seguir mejorando”, afirmó Maizon, indicando que se trata de un rasgo heredable y que, si bien el tamaño de la muestra es pequeño, los resultados están alineados con la bibliografía internacional.
En tal sentido, hubo individuos con los mejores puntajes (1 y 1,5) entre las cinco razas monitoreadas. “Esto se dio incluso en los Brangus, a pesar de que tienen algo de sangre índica. O sea que todas presentaron animales elegibles como padres”, destacó.
¿Por qué es tan importante la docilidad? Un animal de temperamento nervioso, frente a una situación estresante, tendrá una respuesta exacerbada. Entonces, destinará más recursos biológicos para afrontar esa circunstancia que otro dócil. En concreto, malgastará dichos recursos en detrimento de funciones que involucran, por ejemplo, el crecimiento y la reproducción”, advirtió Maizon. Y aclaró que “el beneficio económico de la docilidad no está medido. Pero según la bibliografía, existe relación con otros atributos de alto impacto como velocidad de crecimiento, fertilidad, consumo de materia seca, tasa de conversión y eficiencia neta de conversión (RFI). Incluso en la prueba del CREA Cabañas se validó la asociación entre RFI y docilidad”.
Una escala para agregar valor
La selección por docilidad se viene haciendo desde siempre. La ganadería australiana es una de las que brinda mayor importancia a ese carácter, quizás por ser muy extensiva, lo que implica que los animales tienen menor oportunidad de amansarse por presencia humana frecuente.
“En la prueba de toros valoramos docilidad según el sistema de evaluación genética para la raza Angus disponible en la Argentina (Breedplan). Esta escala será implementada próximamente por el programa E.R.A de la Asociación Argentina de Angus, un paso importante para avanzar en la selección por este atributo a nivel país”, explicó González, quien participa en las mediciones a campo del Bull Test que se realizan en el INTA Anguil.
De la teoría a la práctica
En el Bull Test, la evaluación de docilidad se hace unos pocos días después del ingreso de los animales, para evitar que se amansen por efecto del encierre, dispensado del alimento y pasadas por la manga para efectuar diferentes mediciones.
“Por ser un atributo muy volátil, que expresa el comportamiento en relación al manejo, la clave está en tratar muy bien a los animales, procurándoles confort durante el encierre. Hay que traerlos una o dos horas antes de la evaluación, para que estén tranquilos en algún corral de espera y recién después pasarlos por la manga”, detalló González. Y subrayó: “no hay que hacer otras intervenciones en ese momento, o sea, que no se puede vacunar, ni castrar, ni marcar. En concreto, hay que evitar cualquier práctica que cause estrés al animal, porque si no vamos a estar evaluando un comportamiento alterado”.
La docilidad se puede calificar en distintas situaciones de manejo. “Primero se observa el comportamiento en la manga, con o sin sujeción en el cepo, en este caso conteniendo al torito en la casilla de operaciones. Luego, cuando se lo libera, se mira cómo sale, si lo hace caminando, al trote o corriendo”, describió la investigadora. También se puede evaluar en el corral de salida, percibiendo la distancia de fuga cuando una persona intenta aproximarse a ese animal. “Pero básicamente, en el Bull Test utilizamos la manga y la salida de la misma, porque si hay que estar acercándose animal por animal en el corral, se cansan y eso es contraproducente”, especificó.
En rodeos comerciales
En general, son los cabañeros quienes aplican la escala, pero el productor comercial también puede evaluar docilidad. “Más que calificar rigurosamente del 1 al 5, los criadores deberían deshacerse de los animales muy nerviosos y agresivos, que implican mayores riesgos para el personal y acortan la vida útil de las instalaciones”, aconsejó la investigadora y aludió a su propia experiencia. “Mi papá es ganadero desde hace 50 años y siempre lo ha hecho a ojímetro, eliminando del plantel los reproductores de temperamento no deseable”, ejemplificó.
Para Maizon, este tipo de prácticas producto de la experiencia son especialmente importantes en la ganadería argentina, que suele utilizar el servicio natural y no tanto la inseminación artificial. “La agresividad repercute en los terneros, que serán menos dóciles y tendrán más dificultades para engordar en el feedlot, un ambiente donde necesitamos animales muy tranquilos. La docilidad y el buen trato de los animales son fundamentales para producir carne de calidad”, finalizó.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 10-10-2019