El pronunciado aumento de los precios de la carne bovina en el mercado chino, del 36 % interanual hasta noviembre, fue motorizado por importadores que compraban cantidades superiores a sus necesidades tras la crisis sanitaria en la producción porcina. Hacia fines de año, las autoridades del país asiático tomaron una serie de medidas -legales y grises-, poniendo fin a esa escalada y provocando fuertes turbulencias, con repercusiones en las ganaderías de los países proveedores. Valor Carne entrevistó a numerosos operadores argentinos en China para hacer una evaluación de la situación, estimar pérdidas y adelantar las perspectivas del negocio.
Un poco de historia
China se convirtió en el principal importador mundial desde hace 6 ó 7 años, considerando el conjunto formado con Hong Kong y Vietnam, cuyas crecientes compras ingresaban directamente a través de los llamados canales grises o irregulares.
El crecimiento económico de China, y la velocidad que tomó el reemplazo de la proteína vegetal por animal, explicaba esta situación que, de todos modos, no dejaba de llamar la atención.
La “cereza del postre” fue la difusión imparable de la peste porcina africana, detectada hace un año y medio, estimándose que la producción doméstica de carne de cerdo caerá en 20 millones de t en 2020, frente a los números de 2018, hasta los 35 millones de t. Ante esto, no hay respuesta posible de parte de los demás productores mundiales.
Esto justificó la escalada de precios de la carne bovina observada desde principios de 2019 hasta el pico alcanzado durante la Feria Internacional de Importadores y Exportadores (CIIE), realizada en Shanghái en noviembre último. El precio medio de la carne argentina exportada a ese destino llegó a USD 5.500, 36% más alto que un año antes. El promedio de toda la carne embarcada por Brasil en diciembre, de USD 5.000, también aumentó 33% en un año.
Las cantidades desmedidas demandadas por los importadores chinos fortalecieron al gigante asiático como principal destino de las exportaciones de carne bovina de la Argentina, Uruguay, Brasil y Australia, que totalizan la mitad del comercio mundial. Téngase presente que en noviembre China representó el 82% de los embarques argentinos, nivel récord.
El freno a la estampida
La mayoría de los operadores argentinos coincide en que el motor del aumento de precios fue la sumatoria de las especulaciones de los importadores, que creían erróneamente que el mercado no tenía techo y compraban cantidades superiores a sus necesidades pujando al alza para hacerse de la mercadería.
El gobierno chino, frente al crecimiento de los precios de la carne de todas las especies, adoptó algunas medidas para disminuir su impacto.
- Lanzó al mercado carne conservada en stocks de intervención.
- Hizo la vista gorda en las fronteras con Hong Kong y Vietnam, dejando ingresar cantidades muy importantes de carne, especialmente de origen indio, que no está permitida en China, pero también de Brasil, donde plantas sin habilitación exportaban como “segundo mejor”.
- Autorizó nuevos mercados y plantas como proveedores de carne.
- Restringió la financiación a los importadores, obligándolos a malvender sus cargas.
Este conjunto de decisiones puso fin a la escalada de valores y provocó varias consecuencias:
- Dificultades de los importadores en asumir sus deudas comerciales.
- Renegociación forzosa de buena parte de la mercadería flotando hacia puertos de destino.
- Marcada paralización de nuevas operaciones, en una especie de “desensillar hasta que aclare”.
- Fuerte caída de precios, coyunturalmente agravada por la necesidad de los importadores de compensar algunas de las pérdidas, negociando el pago pleno de la mercadería ya embarcada a cambio de castigos mayores en nuevos contenedores.
Evaluando pérdidas
Es muy prematuro medir perjuicios ya que habría que considerar lo que no se va a poder cobrar por falencias de los importadores, renegociaciones de lo que está embarcado y menores precios hacia adelante.
Estimamos que, tomando 45 días para Sudamérica y 30 días para Oceanía, habría unas 250 mil t flotando hacia puertos chinos por un valor de USD 1.300/1.500 millones. De ese monto, unos USD 400 millones corresponden a exportadores argentinos, previéndose que el “sogazo” que les puede tocar es de unos 30 a 40 millones de dólares de quebranto.
Conviene aclarar que el perjuicio no va a ser parejo para todos. De ambos lados hay empresas serias, cumplidoras y que trabajan a largo plazo, y de las otras. También están las que cuentan con más y menos conocimientos de la plaza. Las más vulnerables parecen ser aquéllas más chicas y con menor trayectoria en el mercado chino y en la exportación en general.
No hay que olvidarse que últimamente decenas de operadores intentaron (y lograron) exportar carne a China, hayan sido dueños o usuarios de frigoríficos u otros actores que cerraron algún contacto. Lo tradicional era exigir que el importador adelantara 30 ó 40% del monto de la operación y pagara el saldo al llegar el buque a puerto y nacionalizar la mercadería, salvo que se tratara de algunas de las pocas importadoras grandes y con gran historial.
Pero en la euforia de las últimas semanas es muy probable que muchos con menos conocimiento hayan embarcado sin tales recaudos. Habrá que esperar para poder saber un poco más.
La situación actual
China es hoy, mayormente, un foco de incertidumbre. Se están realizando algunas operaciones nuevas, pero a un ritmo y a valores mucho más bajos.
Para contar con una idea de lo que significa la caída de precios se pueden tomar como ejemplo algunos productos emblemáticos y comparar sus valores en la CIIE y los actuales, estimándose una baja promedio de USD 2.500/t ó 35%.
Para enfrentar esta coyuntura, muchas plantas exportadoras han bajado considerablemente su faena en enero, sobre lo que todavía no hay números oficiales. Hay otras que no se limitaron tanto y están redireccionando su mercadería hacia otros destinos como Israel, Chile, Rusia, EE.UU. y el mercado interno, entre los principales.
Las empresas consultadas coinciden en que, con los actuales precios en China, manteniéndose el tipo de cambio local y el valor de la hacienda, el balance se ubicaría apenas arriba de la línea del empate, es decir, habrían desparecido los buenos resultados de los últimos meses. También hay algunas que afirman que hoy estarían perdiendo plata.
Las perspectivas
En este punto hay más divergencias entre los entrevistados que en los anteriores. Hay quienes creen que el mercado empezará a recomponerse a fines de febrero/marzo, mientras que otros ven esa situación recién pasada la mitad de año.
En general, se supone que tal normalización supondrá recuperar USD 1.000 ó 1.500 de los 2.500 perdidos. Nadie piensa que se pueden repetir los valores del pico.
En nuestro punto de vista, que es coincidente con el de varios de los operadores, China no ha solucionado su problema estructural de desbalance entre oferta y demanda de carne de todas las especies. Hacerlo le llevará otros 2 ó 3 años más. Mientras tanto, seguirá siendo un destacado importador mundial y sus precios no serán las burbujas de hace dos meses pero tampoco los que pagaba en 2013, cuando empezaba a asomar su cabeza en el mercado internacional de la carne.
En el corto plazo, las exportaciones argentinas, que tocaron 95 mil tec y 80 mil en octubre y noviembre (últimos datos conocidos) y que estarían terminando 2019 en 800/830 mil tec, pasarían a un nivel de 50 mil por mes, pudiendo terminar 2020 en 500/600 mil tec.
Por Miguel Gorelik, Director de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 20-01-2020