Pese a que el envío de novillos a faena se retrajo en un 50 por ciento, se observa una mayor retenci{on de vacunos por parte de los productores.
BUENOS AIRES (NAP) En el próximo recuento de novillos se espera un quiebre de tendencia respecto de la pérdida de stocks registrada en los últimos años, con lo que se comenzó a producir un proceso de recomposición de la categoría de los novillos que se podría traducir en un aumento de la producción final, aunque no se esperan variaciones en el stock total de faena, luego de un prolongado periodo de estancamiento.
“La productividad del rodeo nacional ha comenzado a crecer de manera sostenida en los últimos tres años, pudiendo terminar este último período en torno a los 59 kg/animal en stock”.
De acuerdo a los datos de la última vacunación, el total de novillos registrados en marzo de 2019 fue de 2.6 millones de animales que, comparado con los datos de marcación de 2008, implica una caída de más de 2,2 millones de animales, cnsignó un informe elaborado por Rosgan
Previo al boom de compras generado por China, la exportación de carne argentina dependía más de la oferta de novillos pesados, al menos en lo referente a los mercados tradicionales en los que Argentina podía capturar precio gracias a la calidad de sus carnes. En ese sentido, mucho se habló de la falta estructural de esta categoría en el stock nacional. Lo cierto es que, más allá del excelente año cerrado en materia de exportaciones, este faltante sigue vigente.
El faltante de novillos es consecuencia de largos períodos bajo políticas agropecuarias que claramente desincentivaron la producción ganadera. En este sentido, las trabas que hasta hace cuatro años primaban sobre la exportación provocaron el cierre de muchas plantas de faena que terminaron reduciendo drásticamente la demanda de novillos pesados destinados a abastecer mercados externos. Esto condujo a un proceso de desinversión en pasturas e instalaciones de campos tradicionalmente invernadores.
En consecuencia , se observa una re conversión de estos planteos hacia un concepto de engorde más rápido, llegando con un menor peso final a faena y permitir, a su vez, convertir en carne el grano que por momentos también costaba colocar para la exportación. Se produjo un doble efecto, porque la menor demanda de novillos pesados por la falta de incentivos para exportar y un alimento muy barato que justificaba la intensificación del engorde, para producir un animal de menos kilos orientado exclusivamente al mercado doméstico.
Pese a la abrupta baja del stock de novillos, el nivel de faena no se contrajo porque derivó en una aceleración de la tasa de extracción, porque a mayor número de animales faenados sobre el stock inicial del período.
En efecto, al analizar la evolución de este indicador se observa claramente que, mientras en el período 2008-2010 la tasa de extracción se ubicaba en un promedio de 65%, en 2011-2014 se incrementó 10 puntos para luego iniciar un proceso de crecimiento ininterrumpido que llevó el indicador hasta un máximo del 97% en el ciclo 2017/18. La producción de esta categoría llegó a maximizarse encontrando un límite al crecimiento en su propio stock. Pero un cambio de tendencia sustancial se observa en el último ciclo ganadero 2018/19.
Según los últimos datos de faena a febrero de 2020 se observa una abrupta caída en la oferta total de novillos en relación al ciclo previo. Para los primeros 11 meses del ciclo actual, los registros de faena para esta categoría muestran unos 1,22 millones animales menos que el ciclo previo, ya representa una muy fuerte caída.
El productor busca sumar kilos más baratos, en la medida que la oferta de pasto lo permita, alargando todo el ciclo de producción primaria en sus distintos eslabones.
Una proyección de la faena, si se tiene en cuenta febrero último con 82.500 animales, respecto de marzo y considerando los promedios de los últimos cinco años, se concluye que , la faena total de novillos para el período Abril 2019-Marzo 2020 alcanzará a los 1.3 millones de cabezas, volumen que representa la mitad de los 2.6 millones registrado en el ciclo previo.
La caída de la faena a la mitad obedece a los cambios registrados en materia de política económica, porque en los últimos cuatro años, la exportación volvió a ganar competitividad en los mercados, la liberación de las trabas vigentes y por la fuerte devaluación que registró la moneda local, efecto muy positivo para la industria exportadora, que significó un cambio sustancial para los planteos de engorde intensivo que vieron aumentar el costo de su principal insumo de alimentación, erosionando fuertemente los márgenes.
Frente a este nuevo escenario, se observó en los últimos años una mayor retención de animales en los campos, en un intento de prolongar el período de recría y así ingresar con una invernada más pesada a la etapa de terminación. Se trata de sumar kilos más baratos, en la medida que la oferta de pasto lo permita, alargando todo el ciclo de producción primaria en sus distintos eslabones.
Este ‘alargamiento’ del ciclo de producción da como resultado un bache aún más pronunciado en la oferta de novillos más allá del faltante estructural: “Estamos viendo menos cabezas en la faena pero que al ingresar llegarán con más kilos”, indic{o un trabajo del Rosgan.
La reactivación de los modelos invernadores no es inmediata. La falta de infraestructura y hasta del personal especializado sumado al costo financiero que implica sostener determinada carga animal por hectárea, no es algo que pueda resolverse rápidamente, más aun en un contexto de escasa a casi nula financiación.
Las restricciones a la compra de dólares impuestas hacia fin del año pasado, impulsaron cierto nivel de inversión en hacienda que permitió nuevamente recargar los campos apostando justamente a una invernada más larga. La productividad de un rodeo suele medirse en términos de kilos logrados por animal en stock.
Si se toman los últimos 12 ciclos, tras un prolongado periodo de estancamiento, la productividad del rodeo nacional comenzó a crecer de manera sostenida en los últimos tres años, se puede terminar este último período con una ganancia cercana a los 59 kg/animal en stock.
Pero si se compara con el peso promedio de la res faenada (kg a gancho), el crecimiento en productividad que exhibe el stock, en gran medida, responde a una mayor extracción de animales, sin mediar un incremento significativo en los pesos de faena, se observa un amento de la productividad, por una mayor eficiencia reproductiva, sin recomponer los pesos finales logrados por animal en producción.
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