El INTA Villegas lleva adelante desde 2007 una línea de investigación sobre recría de terneros a corral con resultados muy interesantes que, ahora, dada la necesidad de producir animales más pesados, cobran relevancia. Desde Valor Carne hacemos llegar a nuestros lectores la información generada por el grupo de Producción Animal de la Experimental, para esclarecer por qué y cuándo se podría incluir el corral en la recría, qué categoría conviene encerrar, cuáles son las ganancias de peso óptimas y cómo manejar la alimentación para lograrlas. El objetivo es mejorar la eficiencia no sólo en esa etapa sino también en la terminación.
«El corral permite maximizar el crecimiento y la producción de carne durante toda la recría, complementando el encierre del ternero en invierno y el pastoreo en primavera. Esto tendrá impactos positivos incluso en la terminación del animal, sea a pasto o en confinamiento», planteó la Ing. Agr. Irene Ceconi, del INTA Villegas, aludiendo a una estrategia respaldada por años de ensayos experimentales y relevamiento de datos en sistemas reales.
Las experiencias
Los primeros estudios se basaron en el seguimiento de 4.000 terneros de 14 establecimientos de la Región Pampeana, asesorados por el nutricionista Juan Elizalde. Todos los animales, tanto cabeza de parición, o sea los más pesados, como cola, es decir los más livianos -por haber nacido últimos en el trimestre de partos- se recriaban encerrados y posteriormente se terminaban a pasto.
«Ahí, advertimos que los más livianos eran más eficientes, convertían mejor y soportaban ganancias diarias más elevadas, sin perjudicar las ganancias posteriores a pasto«, afirmó Ceconi, aludiendo a que no se engordaban, sino que crecían bien, permitiendo alcanzar un adecuado tamaño adulto, algo clave para aumentar la producción individual y del sistema.
Además, en ensayos posteriores realizados en la Experimental identificaron que existía una ganancia de peso diaria óptima para que eso sucediera, que variaba según el peso de ingreso al corral.
«Las ganancias diarias deben ser moderadas. Los terneros que entran más livianos se pueden llevar más arriba, cerca de los 1.000 gr/día, mientras que los más pesados se deben manejar más restringidos, aumentando sólo hasta 800 gr/día, porque si no cuando entran a la fase pastoril se vienen abajo», advirtió.
¿Cómo se implementa esta estrategia? «Cuando el productor recibe los terneros, o los desteta, una opción es hacer una recría a corral para los cola y otra pastoril para los cabeza. Al terminar el invierno los livianos salen al campo y muchas veces igualan el peso de los que ingresaron más pesados», explicó. Y agregó: «otra ventaja es que este encierre le permite monitorear mejor a esos terneros más jóvenes, que son los más susceptibles a enfermedades».
¿En qué escenario incluir el corral? «Si el campo tiene muy buenos pastos naturales para recriar, ahí la estrategia es hacerlo en pastoreo, no hablemos más. Ahora, si hay que sembrar muchos verdeos, una posibilidad es reducir esa superficie calculando que alcance para hacer la recría de los cabeza y encerrar sólo a los cola», respondió.
Luego, se pueden juntar ambas categorías y continuar la recría en forma pastoril.
«En primavera, el productor saca los animales al campo y levanta la carga para hacer un buen aprovechamiento del pasto. De esa forma, hace una recría eficiente de la tropa completa, porque sean cabeza o cola todos comerán mejor», puntualizó.
En concreto, el confinamiento en la recría no está pensado como un sistema único para todos los terneros ni en todo momento. «Es un corral de crecimiento. Hay que utilizarlo para algunas categorías, las más livianas, para que pasen el invierno. La idea es homogeneizar la producción antes de la terminación, hasta que eventualmente ingresen al corral de engorde o se prosiga con la invernada pastoril», sostuvo.
Datos a la vista
La introducción del corral en la recría presenta la ventaja de aprovechar la alta capacidad de los animales jóvenes para convertir alimento en ganancia de peso, siempre y cuando, como se dijo, se maneje con ganancias diarias moderadas.
Esta afirmación surgió de los datos recolectados en campos de productores, que permitió identificar que existía una relación estrecha entre la ganancia diaria de peso a corral y la ganancia global durante toda la recría (promedio ponderado a corral y a pasto). «Las bajas ganancias a corral no se compensaron con mayores ganancias a pasto, con lo cual la producción global cayó», alertó Ceconi.
Por otro lado, altas ganancias a corral determinaron mayores pesos y estado corporal al ingresar a la etapa pastoril, pero eso tampoco mejoró la producción global. ¿Por qué ocurre esto? «Esas ganancias son producto de raciones concentradas (más de 50% de grano), que redundan en un menor tamaño del rumen y, por lo tanto, en la sensación de saciedad de los animales. Esto, a su vez, impacta en la capacidad de consumo en la etapa posterior, reduciendo las ganancias a pasto», precisó.
En cuanto al peso de ingreso al corral, ensayos posteriores del INTA Villegas registraron que los terneros que comenzaron con 165 kg obtuvieron 1.020 gr/día versus los que lo hicieron con 219 kg que ganaron 920 gr/día, en ambos casos sin afectar negativamente la ganancia posterior a pasto. «Los livianos consumieron menos alimento por día (5,7 vs. 6,2 kg) y fueron más eficientes en convertirlo en peso vivo (5,6 vs. 6,6 kg MS/kg de ganancia de peso). Luego, durante la etapa pastoril, ganaron peso a mayor ritmo (552 vs. 521 gr/día) y permitieron mantener cargas más elevadas (3,7 vs. 3,3 cab/ha)», indicó Ceconi.
Para lograr ganancias acordes a una etapa de crecimiento, la alimentación en el corral de recría puede realizarse con diferentes sistemas:
- A voluntad, con dietas a base de silaje de maíz, sin el agregado de grano o a base de silaje de sorgo forrajero más un 20% de grano de maíz. En el caso de utilizar silaje de sorgo, el grano de maíz y el pellet de girasol pueden ser reemplazados por 10, 20 ó 35 % de burlanda húmeda de maíz.
- Restringida, al 70-85% del consumo voluntario, con dietas a base de silaje de maíz con el agregado de un 25 a un 40% de grano de maíz, según el peso de ingreso de los terneros. Para lograr una oferta restringida, es necesario conocer cuál es el consumo voluntario de la tropa y en base a éste, aplicar la reducción deseada (15-30%).
Impactos en la terminación
La inclusión del corral en la recría permite reducir los kilos que se necesita agregar al animal para terminarlo con un peso determinado, según los objetivos del establecimiento.
«Muchas veces los terneros se recrían sobre pastos de baja calidad. De tanto en tanto, se cambian de potrero y al final se encierran porque se necesita venderlos. Es decir, se usa el corral de terminación para paliar deficiencias de la etapa de crecimiento. Pero esto en realidad no se acomoda y, a la hora de la faena, la conformación de la res no es la deseable», subrayó.
En cambio, si el ternero crece bien, el corral de engorde se puede eliminar o reducir, una gran ventaja ya que cuanto más grande es el animal más ineficiente resulta para convertir alimento en ganancia de peso.
«Con una buena recría, los terneros cabeza podrán llevarse a campo hasta la faena. En ciertos casos, con alguna suplementación es suficiente, dependiendo del estado de los pastos», argumentó. En cuanto a los cola, el encierre final se podrá acortar porque, aunque ganaron muy bien en la recría, es posible que les falte un grado de terminación. «Pero si van a confinamiento, ya no será por 100 días sino por 60 ó 70 días, beneficiando todo el sistema», finalizó Ceconi.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 1º-06-2020