El Ing. Agr. Aníbal Pordomingo, del INTA Anguil, identificó las oportunidades de mejora en la eficiencia a lo largo del ciclo de producción bovino, entre ellas, la dieta del feedlot. El especialista se refirió a cómo presentar el grano para que la energía sea digestible, es decir que sea aprovechable por el animal y no se desperdicie, una temática controvertida entre productores con diferentes tipos de planteos y escalas de la ganadería argentina.
«En sistemas donde la expectativa de aumento diario de peso es moderada, 1kg a 1,2 kg, las dietas simples, menos procesadas, dan resultado, incluso suministradas mediante autoconsumo, con bajos costos. Pueden llevar granos enteros de maíz, avena, cebada o sus mezclas, un concentrado proteico y algo o nada de fibra, o sea, el grano entero y fibra cero. Pero no son las herramientas a elegir cuando queremos lograr 1,4 kg a 1,5kg; ahí, se requiere un diseño más complejo», planteó, en una charla organizada por la Facultad de Ciencia Veterinarias de la Universidad de la Pampa y el Ministerio de la Producción provincial.
Para respaldar estos argumentos, el especialista presentó los resultados de casos experimentales y comerciales compilados durante casi una década, en los que se midieron las ganancias de peso vivo (APV) en g/día y la eficiencia de conversión (CMS/APV), en feedlots pampeanos.
«Cuanto mayor es la expectativa de aumento en el corral, o sea, cuando pretendemos acercarnos al kilo y medio o más, más compleja es la formulación de la dieta, más hay que discutir la presentación de los granos, las relaciones entre energía, fibra y proteínas, la nutrición mineral, las mezclas, si la dieta es más seca o más húmeda, el espacio de comedero, la forma de suministro y la cantidad de veces por día, entre otros. Todo ello hace al logro de esas altas ganancias», explicó Pordomingo.
Dicho esto, resaltó que existen rangos muy amplios en la respuesta animal y esta variabilidad permite identificar el talón de Aquiles del sistema. «Si utilizamos dietas con 60-70% de grano, sea entero o procesado, y obtenemos sólo 800 ó 900 gramos por día, hay que hacer una revisión, mirar cómo venía el animal desde la recría, cuál es la forma en que estamos confeccionando ese alimento, si tenemos déficits groseros en proteínas, en minerales. En concreto, no podemos utilizar 10-12 kg de alimento por kilo de aumento de peso; si esto ocurre es que estamos haciendo algo mal», advirtió.
Las mezclas de granos generalmente dan buenas respuestas (1210- 1645 g/día) y conversiones interesantes (8,3:1 a 5,4:1), aunque no simplemente mezclando se mejora el resultado. «Hay que pensar en el diseño. Si, dentro de ese rango, nuestras intenciones de aumento de peso son moderadas, podemos presentarlos como dietas simples, con granos sin procesar. Pero esto no es así cuando nuestras exigencias son mayores», indicó. Y detalló: «A veces se pueden utilizar mezclas de granos muy simples, con afrechillo de trigo o de arroz, suministradas con autoconsumo y lograr ganancias de 1 kg ó 1,1 kg/día».
Las dietas basadas en silaje, también pueden ser de alta respuesta, con gran variabilidad según el contenido de grano. «Por ejemplo, cuando el silaje de maíz ocupa el 60 a 70% de la formulación (base seca) y el grano oculto dentro de ese alimento es considerable (60 a 70%) se generan dietas de engorde; podemos alcanzar 1,380 kg/día, muy lejos de los 678 g/día, obtenidos con silajes con 45% de grano, que bien podrían utilizarse para una recría», señaló, aludiendo a que el mismo tipo de alimento genera escenarios nutricionales muy distintos.
Asimismo, con heno de alfalfa puede haber situaciones de 522 gr/día, en dietas que llevan 40% de grano y 60% de heno ó de 1,119 kg/día cuando se formula con 60% de grano y 40% de heno.
«Justamente con heno de alfalfa de calidad y grano, es donde se encuentra convergencia entre una dieta sencilla y un buen nivel de terminación del animal, para sistemas cuyas recrías hayan tenido ganancias de 600-700 g/día. Es decir que por haber hecho bien las cosas en la recría, no necesitamos tener aumentos tan altos durante el engorde para alcanzar el objetivo del sistema», subrayó.
Efecto estacional
Otro factor importante en la respuesta a corral es la época del año, que se refleja en diferencias significativas entre otoño, invierno, primavera o verano, considerando el promedio de todos los casos evaluados. «Las ganancias de otoño son generalmente las más complejas (760 a 1.245 g/día). Los animales deben adaptarse a temperaturas en decrecimiento y pueden ocurrir problemas respiratorios, baja de defensas. Además, si están saliendo del destete y van a parar directamente a los corrales, se ven crisis adaptativas. En invierno, la aclimatación ya trascurrió, sea a campo o a corral, y nos encontramos con aumentos de peso que tienden a mejorar (1152 a 1478g/día)», afirmó.
La primavera, por supuesto, muestra siempre las mejores respuestas. «Cada día es más largo, los fríos ya no son tan estresantes y se pueden obtener 1.340 a 1.833 g/día», aseveró. En cuanto a los veranos, «pueden ser muy buenos, no tan buenos y hasta malos, dependiendo de cómo manejamos la temperatura y si hay sombra o no», alertó, refiriéndose a la fuerte correlación entre sombra, humedad y eficiencia de engorde. En tal sentido, mucho calor y poca sombra, dan muy mala conversión (13,5:1), contra climas más templados y secos, que generan mejores respuestas (7,7:1).
Desde la cría
Más allá de todas estas variables, según Pordomingo el potencial de aumento de peso y la eficiencia de conversión en el feedlot comienzan a definirse en el momento de la concepción del animal, que desencadena efectos residuales a lo largo de todo el ciclo productivo.
Un ensayo con 160 novillos Angus de tipo comercial, que fueron monitoreados desde el nacimiento e ingresaron al corral con 352 kg promedio, mostró que las ganancias diarias fueron de 1,52 kg promedio pero no todos los individuos tuvieron el mismo desempeño.
«Mirando dentro de la población hubo un grupo con mayores ganancias (1,65 kg/día) que el promedio y otro con menores, que aumentó 1,38kg/día», indicó el investigador, pormenorizando que los novillos de mejor performance tuvieron mayor peso al nacer (42 vs 33kg), ingresaron previamente al corral de engorde (19 vs 17 meses), llegaron antes a la faena (22,3 vs 19,5 meses) y lograron reses más pesadas (268 vs 254 kg), con mayor rendimiento al gancho (60% vs 58, 3%) y mayor área de ojo de bife (AOB: 71 vs 62 cm2).
Para el especialista, lo interesante de esta experiencia es que los individuos más eficientes eran hijos de vacas cabeza de parición, que se preñaron hasta los 66 días del servicio, a diferencia de los que resultaron inferiores al promedio, descendientes de vacas cola. «Acortar los servicios de 90 a menos de 70 días, es una estrategia importante para reducir la duración de la recría y la terminación de la progenie, obtener mejores ganancias de peso en el feedlot y alcanzar rendimientos carniceros superiores», concluyó Pordomingo.
Por: Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicación de «Valor Carne» de fecha 29/10/2020