En el feedlot convencional, las condiciones del ambiente y la alimentación se alejan del hábitat natural del bovino, siendo foco de crecientes cuestionamientos por parte de la opinión pública. Sin embargo, el INTA Concepción del Uruguay desarrolló hace unos años un modelo de alta productividad que permite preservar el bienestar animal y el ambiente, respondiendo así a uno de grandes desafíos que enfrenta la ganadería intensiva.
En este trabajo, que contó con el auspicio del IPCVA, el M.V MSc. Sebastián Vittone, coordinador de un equipo de investigadores del INTA y de la Facultad de Ciencias de la Alimentación (UNER), comprobó que la mayor asignación de espacio y la oferta de alimento en autoconsumo en el denominado «feedlot ecológico» logran una eficiencia productiva semejante al corral tradicional, con beneficios concretos a la hora de la faena para ganaderos e industriales.
La experiencia monitoreó el desempeño de 64 terneros Hereford y Hereford x Angus de ocho meses de edad y 175 kg promedio, bajo cuatro tratamientos:
- 100 m2/animal y suministro diario (100 SD);
- 100 m2/animal y suministro en autoconsumo (100 AC);
- 10 m2/animal y suministro diario (10 SD);
- 10 m2/animal y suministro en autoconsumo (10 AC).
Aprendiendo a comer
El período de acostumbramiento tuvo una duración de 35 días. Todas las dietas se diseñaron con niveles decrecientes de heno de alfalfa y crecientes de ración base maíz. En los modelos de autoconsumo, el heno se suministró en forma independiente y la ración incluyó 6% de sal para controlar el consumo, cargándose en los comederos para cubrir la demanda de 3-4 días. Este manejo permitió disminuir la carga operativa sin afectar los resultados productivos. Además, mejoró la frecuencia de consumo, redujo la dominancia frente al comedero y los novillitos lograron ganancias de peso similares a las obtenidas con el suministro diario tal como se registra en el siguiente cuadro.
¿Cómo se comportaron? Durante los primeros seis días, se realizaron test para evaluar el temperamento del animal en la interacción con el hombre. Se vio que, a igual manejo, en los modelos de 10 m2/animal, más del 50% huyó frente a la presencia humana, mientras que con 100 m2/animal (espacio que brinda refugio ante una amenaza) hubo menos frecuencia de fuga, comportamiento relacionado con un menor estrés.
También se registró que, con 10 m2/animal, los novillitos presentaron menores frecuencias de descanso respecto de los que contaban con mayor espacio. A su vez, fueron más estáticos y la mayor parte del tiempo permanecieron consumiendo alimento o parados mirando al exterior. En tanto, ante la ocurrencia de precipitaciones, redujeron considerablemente la frecuencia de descanso respecto de los que contaban con más espacio.
Por último, se hicieron muestreos sanguíneos en diferentes momentos, arrojando que en los modelos de menor superficie por animal había mayores recuentos de glóbulos blancos, un bioindicador del estrés y de enfermedades.
Durante el engorde
El engorde, con 48 animales, tuvo una duración promedio de 130 días, finalizando cuando lograron el peso de faena (370-390 kg PV). La experiencia permitió validar que los resultados productivos durante ese período fueron parecidos en todos los casos, independientemente del tipo de suministro de alimento y de la superficie asignada (1,3 kg/cab/día y conversiones de 7:1).
Sin embargo, frente a la ocurrencia de precipitaciones (527 mm durante el acostumbramiento y engorde), la acumulación de barro, orina y heces fue predominante en los corrales, con olores desagradables, mientras que en los grupos con más espacio no se presentó esta problemática. Habitualmente, previo al noqueo se duchan los animales para reducir la carga microbiana en el cuero. En este caso, todos recibieron una ducha adicional al momento de la descarga. De cualquier modo, en el ganado proveniente del corral no fue posible retirar la totalidad de las costras, que representan un peligro potencial para la inocuidad de la carne.
Al gancho
El rendimiento de la res fue mayor en los tratamientos que contaron con más superficie, resultado que se puede explicar por el comportamiento durante el acostumbramiento y por la diferente composición corporal (relación músculo-grasa) en función de las condiciones durante el engorde.
En tal sentido, con 100 m2/animal y autoconsumo presentaron 10% menos de espesor de grasa dorsal (EGD) y el área de ojo de bife (AOB) fue 25% mayor, respecto de los animales engordados a corral con suministro diario. El espesor de grasa dorsal se relaciona con el engrasamiento de la res, que de ser excesivo significa un sobre costo para productores e industriales; y el área de ojo de bife va en línea con el desarrollo de los cortes del cuarto trasero, que son los de mayor valor comercial.
En síntesis, de acuerdo a estas experiencias, las variables de comportamiento y los bioindicadores de estrés fueron mejores cuando se asignó más superficie. Mientras que la oferta de alimento en autoconsumo benefició la composición corporal y el rendimiento de la res.
«El feedlot ecológico representa una oportunidad para la producción intensiva de carne y ya hay productores que lo están adoptando. Permite alcanzar resultados similares a los de un feedlot industrial, pero con más confort animal y sin acumulación de deyecciones que pueden contaminar el agua de la napa y de cauces superficiales. Es decir de cara a las nuevas exigencias de los consumidores», finalizó Vittone.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 19-11-2020