A pesar del parate abrupto de la economía en gran parte del mundo para hacer frente a la crisis de la salud pública, la cadena cárnica argentina muestra un gran dinamismo. Con las exportaciones como variable estrella y con ganaderos, industriales, técnicos, investigadores, cabañeros, consignatarios y transportistas trabajando casi a pleno, este año pone en primer plano las fortalezas de una actividad productiva que involucra a todas las provincias del país. Aquí el racconto de los hechos que nos permitieron posicionarnos por segundo año consecutivo como quinta potencia mundial en exportaciones de carne bovina.
El 2020 se inició con fuertes turbulencias en el mercado chino, primer importador mundial, tras la burbuja de precios desencadenada a partir de la irrupción de la fiebre porcina africana, que diezmó el 60% del stock de cerdos de los países asiáticos, causando un déficit de proteínas animales que podría durar unos años más. A esto se sumó la pandemia del coronavirus que golpea a la mayor parte de la economía global, en particular a los mercados que compran carnes de alto valor, como las que vende la Argentina. Mientras tanto, en el escenario local, sobre una ganadería con mayores derechos de exportación y un tipo de cambio desequilibrado, sobrevino la peor sequía en años, agregando incertidumbre al negocio.
Sin embargo los indicadores del sector presentan un buen desempeño.
Al finalizar 2020 se habrán faenado poco más de 14 millones de animales, 2% más que en el año anterior y el mayor nivel desde la super liquidación de 2009. A diferencia de ese momento, la actual extracción está en línea con el mayor stock, que recuperó un 60% de lo perdido en aquel entonces. A su vez, la participación de hembras fue reduciéndose hasta el 45% del total, muy lejos de los valores arriba del 50% de la primera parte de 2019 que despertaron sospechas de liquidación. Otro avance significativo es que la faena por dentición, de abril hasta ahora, meses en que contamos con datos comparables, también mostró buenos signos, con mayor liquidación de vacas adultas y una fuerte caída del porcentaje de hembras productivas, señal de la vocación por expandir la actividad.
En cuanto a los precios, en cada semana de 2020, con pocas excepciones, el valor real del novillo de consumo superó al equivalente del año previo, en un 8% promedio. En las últimas cuatro semanas, dicho incremento trepó al 25%, mientras el novillo de exportación no se quedó atrás y acumuló en estos dos o tres meses una suba de 35% en dólares. Nos referimos a los precios y no podemos suponer que los márgenes o ganancias estén en línea, ya que acá no se están midiendo costos, impuestos, compraventa ni modelos productivos. Pero de cualquier modo se logró frente a una inflación anual estimada en 40%.
Con respecto al mercado interno, a pesar de la profunda crisis económica, con una contracción del 20% del PBI en el segundo trimestre y del 10% en el tercero, el consumo se sostuvo y fue convalidando los mayores precios reales del ganado, manteniéndose en el entorno de 51 kg/hab/año, casi igual que en 2019.
Siguiendo con el análisis, en cada mes de 2020 las exportaciones superaron a las del mismo período de 2019, con un par de excepciones. La proyección apunta a 900 mil tec para este año, o sea 7% más, con lo que se vuelve a romper el récord de 50 años ocurrido en 2019. Esto sucedía mientras otros exportadores, como EE.UU., Australia, Nueva Zelanda y Uruguay bajaban sus ventas al exterior.
Las colocaciones argentinas en China crecieron en 60 mil toneladas tras los avatares del primer trimestre y nuevamente representan casi las tres cuartas partes del total. Si bien nuestro país se consagró como segundo proveedor del gigante asiático, con el 20 al 25% de sus compras, dejando atrás la otrora supremacía de Australia y Uruguay, este avance pone sobre el tapete un riesgo para el negocio exportador, donde hace décadas que un solo mercado no tiene semejante peso.
También progresamos en EE.UU., con un incremento de 30 mil toneladas, aprovechando flaquezas de la ganadería líder frente al covid-19, que debió cerrar por algunos días más de una centena plantas, lo que provocó bajas en las cotizaciones de la hacienda y disparadas en los precios mayoristas de la carne. Ya en agosto los exportadores locales agotaron la cuota americana de 20 mil toneladas.
La Argentina fue incluso el único proveedor que aumentó sus ventas a la Unión Europea y cumplió el 94% de la cuota Hilton 2019-2020, sin cubrir el total debido al cierre de restaurantes en Europa por la pandemia.
Sin embargo, todos estos mayores embarques se encontraron con niveles de precios en pronunciada caída. El promedio de este año es 10% menor al de 2019, pero los valores de los últimos meses son 20% inferiores a los de la primera parte de ese año, prueba del fuerte efecto de la crisis económica mundial. En China, la caída llega al 26% a lo largo del año y en la UE al 20%, salvo una tímida recuperación antes de la segunda ola de aislamiento.
China volvió a ser campeón en importaciones, batiendo su propio récord de 2019 y está pronosticado que lo repetirá en 2021. El USDA proyectó que sus compras alcanzarán los 3,1 millones de toneladas equivalente carcasa, 100 mil más que este año, pese a la mayor producción doméstica, sobre todo de carne de cerdo, aunque todavía tendrá una disponibilidad inferior a la previa a la explosión de la fiebre porcina. Por otro lado, el Banco Mundial estima que el ingreso per cápita seguirá creciendo a razón de 8,1% anual en los próximos años, o sea a un ritmo similar a la pre pandemia. Con ello, pasará de ser un país emergente a uno de alto nivel de ingresos, variable que incide directamente en el consumo de proteínas animales, lo que significa una oportunidad para los exportadores de carne de calidad.
¿Qué hay detrás del desempeño argentino? No se trata sólo de la tracción de la demanda, hay inversión e innovación a lo largo de toda la cadena, desde productores y frigoríficos que ajustaron sus procesos para proteger la salud de sus colaboradores y de las comunidades donde están emplazados; reparticiones oficiales que digitalizaron trámites; técnicos que continuaron visitando campos o los asistieron en forma remota; investigadores que siguieron adelante y lanzaron nuevos desarrollos; cabañeros que debutaron en remates on line marcando un hito en el negocio de la genética; mercados que aggiornaron sus protocolos para garantizar fluidez comercial; y hasta empresas y organizaciones que ofrecieron una catarata de webinars para poner conocimientos, productos y servicios a disposición del ganadero. En fin, una enorme lista de protagonistas que transformaron rápidamente su quehacer y aseguraron la oferta de carne vacuna, un producto esencial para la sociedad.
Desde Valor Carne creemos que el desempeño de la cadena cárnica en este año desafiante es una motivación más para seguir construyendo esta red virtual que facilita una ida y vuelta de opiniones entre todos los actores, desde que iniciamos la tarea hace más de siete años.
A nuestros más de 45 mil suscriptores y a sus familias, les deseamos felicidades en esta Navidad.
El equipo de Valor Carne
Publicación de «Valor Carne» de fecha 23/12/2020