En el marco de la escalada de precios de la hacienda de consumo en el último trimestre de 2020, desde Valor Carne analizamos cómo estamos parados en términos históricos para comprender mejor la dinámica de algunas variables que lo determinan, como los procesos inflacionarios, la demanda internacional y las trabas a la exportación para contener subas al mostrador.
En esta publicación, que iniciamos en 2013, conservamos ciertos registros desde fines de la década de 1990, pero no nos alcanzaba para hacer un análisis más abarcativo.
Si bien ya veníamos anticipando que el valor de diciembre se acercaba a los picos de diciembre de 2015 (previo al cambio de gobierno) y de noviembre de 2010 (cuando hizo eclosión el faltante de ganado por la gran liquidación de 2008-2009) queríamos compararlo con datos más antiguos.
El método
El propósito fue traer hasta hoy el tradicional índice del novillo que considera a 1960 como base 100. Este indicador fue elaborado en su momento por la Junta Nacional de Carnes y durante varias décadas fue la variable ineludible para tener un patrón de comparación.
La intervención del INDEC en 2007 y la manipulación de los datos de precios durante nueve años constituyeron el primer obstáculo. La falsificación sostenida de los registros de precios ha hecho perder el concepto del índice novillo base 1960 = 100, que hasta los años ’90 eran motivo habitual de análisis, aunque es posible que las nuevas generaciones que se incorporaron a la actividad ni siquiera hayan oído hablar del mismo.
¿Cómo funcionaba el índice novillo base 1960 = 100? Los precios de la hacienda se ajustaban a una moneda de igual poder adquisitivo por medio del índice de precios mayoristas no agropecuarios. Es decir que no contenía el precio en cuestión, para evitar cualquier “contaminación” y que no se viera afectado por cambios propios de la variable analizada.
Pero dicho indicador fue discontinuado por el mismo INDEC hace muchos años, muy anterior a su intervención, y si bien existe una serie empalmada por el mismo instituto, ya no se trata del mismo deflactor. También hubo otra interrupción más adelante.
Por lo tanto resolvimos utilizar una serie larga del índice de precios mayoristas, que tiene el consenso de los profesionales que se dedican a la estadística y a la economía. Así, actualizamos aquel viejo índice ganadero hasta hoy, en forma mensual, alcanzando incluso el último dato de mes completo (dic’20).
Su evolución se aprecia en el gráfico que sigue.
Aquí se puede ver que el precio de diciembre 2020 sólo le queda en zaga al de igual mes de 2015 y apenas por 3 puntos.
La inflación
En el gráfico se observa también el efecto negativo de una alta tasa de inflación sobre el precio de la hacienda.
Los puntos más bajos se aprecian en diciembre de 1975, tras la explosión de precios provocada por el Rodrigazo de junio de ese año, y en mayo de 1985, cuya alta inflación previa llevó a la implementación del Plan Austral de estabilización al mes siguiente.
Nótese que dicha estabilización de precios, aunque la inflación sostuvo un piso relativamente alto, permitió la triplicación del precio del novillo, en términos deflacionados, a lo largo de los siguientes dos años.
Las vedas al consumo
Otro hecho a destacar fue el alto precio relativo acusado entre fines de 1971 y 1973, como resultado de la valorización internacional de las materias primas, que llevó a la aplicación de diversas vedas al consumo para tratar de defender las exportaciones.
No hay que perder de vista que hasta esa época, las ventas externas del complejo cárnico tenían un gran peso, que nunca recuperaron después. En 1972 más de la mitad de las exportaciones argentinas (52%) provenían del sector ganadero (carnes de las diversas especies, cueros, lanas y otros subproductos).
Para repetir ese desempeño hoy, esos embarques deberían ser más de 8 veces mayores a los actuales, manteniendo el resto los volúmenes presentes. Algo inimaginable.
Valorización histórica
Durante los 50 años que siguieron a 1960 el precio real del novillo se mantuvo, con algunas oscilaciones fuertes, en niveles de 100 para este índice. Recién con la disparada de valores resultante de la brutal disminución de las existencias, desde fines de 2009, asciende a 200 y se mantiene toda esta última década entre 200 y 250.
Esto significa que los precios internacionales fueron internalizados en la Argentina, pese a todas las trabas (derechos de exportación, permisos para exportar, brecha cambiaria y un largo etcétera) que rigieron la mayor parte del tiempo.
Es difícil saber por el momento si se trata de una coincidencia o no, pero Brasil (sin regulaciones en el mercado de hacienda) también anotó su mayor precio para el novillo en moneda constante en noviembre, según los registros de los últimos 25 años.
Fortaleza y debilidades
Volviendo al índice actualizado del precio real base 1960 = 100, es importante destacar que el mismo debe usarse en su verdadera significación. Es una herramienta más en un conjunto que sirve para analizar el desenvolvimiento de la ganadería argentina y extraer algunas conclusiones para su evolución futura. Pero no es indicador que mida, por sí solo, el buen o mal estado de la actividad.
Creer que si la curva mostrada reflejara una situación muy buena a lo largo de esta última década, no permitiría explicar, por ejemplo, por qué no se han podido recuperar las mayor parte de las existencias perdidas hace 10 años ni por qué no se ha invertido lo suficiente como para mejorar los flojos índices de productividad que muestra nuestra ganadería.
Confiamos en que esto sea un aporte para un mejor análisis de la actividad.
Por Miguel Gorelik
Director de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 2021 01 21