El frigorífico Black Bamboo sostiene que el mercado interno está cubierto y no hay demanda de carne insatisfecha. Además, la estructura para vender al exterior es muy costosa y no se soporta si no funciona ese canal. “No podemos reconvertirnos al consumo y con la suspensión de los embarques está en juego el empleo de más de 700 personas, somos la principal fuente de trabajo del sur santafecino”, alertan.
Luis Medina.
La histórica planta de Hughes, Santa Fe, que desde 2016 opera bajo el nombre Black Bamboo Enterprises, es propiedad de un fondo de inversión chino y toda la fuerza laboral, directores, jefes y operarios, es argentina. Su esquema de negocios genera una facturación de entre USD 10 y 12 millones mensuales, un 70% proveniente de la exportación y un 30% del mercado interno. Hasta la reciente suspensión de los embarques, faenaban unos 14 mil animales mensuales, en gran parte pesados, tras haber ajustado sus ya exigentes protocolos a los requisitos de la pandemia.
“Veníamos operando prácticamente a nuestra capacidad máxima, a pesar del covid-19, con más de 600 empleados activos. Pero hoy estamos terminando de procesar las reses que teníamos en cámara y el personal de faena está en garantía horaria, cobran el 70% del sueldo básico. Lo mismo ocurre con la mayoría de los frigoríficos exportadores”, aseguró Luis Medina, Director de Desarrollo de Negocios de la compañía, que trabaja en la industria frigorífica desde hace 34 años y ya le tocó cerrar una planta del grupo Marfrig. En tal sentido, la firma brasileña había comprado nueve unidades en la Argentina y llegó a tener una sola en funcionamiento, tras la escalada de intervenciones al mercado de carnes iniciada en 2006.
“Ahora, son 30 días de suspensión, han aprobado los permisos de embarque que presentamos antes del 20 de mayo, cuando se anunció la medida, pero los siguientes están en observación, demorados. No sabemos si se cumplirán la veda completa, o si se levantará antes, como ocurrió con el maíz, tampoco conocemos cómo quedará planteado el negocio”, señaló, aludiendo a los rumores de suba de retenciones y vedas a la exportación de algunos cortes.
Para Medina el mayor condicionante a futuro de Black Bamboo es la infraestructura especializada de la planta, las altas normas de calidad y el personal entrenado para atender los mercados internacionales, así como la cartera de proveedores de ganado apto para esos destinos.
“Nosotros no podemos reconvertirnos de lleno al consumo interno, primero porque está cubierto, no hay una demanda insatisfecha, no falta carne. Además, nuestra operatoria es muy costosa, no se soporta si no es con ventas al exterior. Y eso le pasa al 90% de los frigoríficos de perfil exportador. Es fundamental la reapertura, para la continuidad de estas empresas”, advirtió.
¿La integración comercial de Hughes? “Gracias a que exportamos 1.500 toneladas mensuales, vendemos otras 500 toneladas al consumo interno, con alta calidad y en forma competitiva. Trabajamos con grandes cadenas, participamos del plan del Gobierno para entregar cortes a bajo precio y, además, abrimos un local de venta al público en nuestra planta, donde se puede encontrar valores hasta un 30% más baratos”, respondió, detallando que con esta iniciativa atienden gente de la localidad que tiene 6.000 habitantes y de otras vecinas.
El freno
Con el cepo exportador y el cese de comercialización de hacienda impulsado por los productores, el primer sector afectado en la planta fue la faena. “Si la retomáramos, aprovechando la ventana de ofertas anunciada por los productores, nos enfrentaríamos a un mercado irregular, no hay precios para la hacienda pesada y así no se pueden planificar negocios”, avisó.
Black Bamboo embarca a tres destinos principales, empezando por China, que llega casi al 50% de la facturación, seguido por Israel y Europa.
“Vendemos a China la vaca manufactura completa y algo de cortes especiales del novillo, de la rueda y delantero, no mucho”, dijo Medina, aclarando que envían los 23 cortes individuales de esa vaca, incluyendo el asado, que no se comercializan en la Argentina.
“Hace mucho tiempo, se hacía conserva y carne cocida, era un negocio que cerraba hace 20 años. Luego estos procesados desaparecieron del comercio internacional, no hay clientes que los tomen. Y esa vaca perdió su valor, se discontinuó el rubro, perjudicando sobre todo al criador”, planteó, indicando que esto contribuyó a que el país tuviera rodeos añosos por la escasa reposición de hembras.
“La vaca que exportábamos era rechazo de cría y de tambo, pero como no había precio quedaba en el campo. Cuando China entró en el comercio, fue tomadora de esa categoría que llegó a tener cotizaciones asombrosas, acercándose al novillo”, explicó Medina. Entonces, hubo una mejora en el resultado económico del productor, que impulsó el recambio por animales jóvenes, un círculo virtuoso clave para la eficiencia del rodeo.
¿Esa vaca no tiene mercado en el país? “No. Es un animal viejo, no es el tipo de carne que consume el argentino, es dura, con poca grasa, con colores oscuros. China no tiene nuestra cultura, la mayoría sigue comiendo con palitos, carne procesada, en trozos chiquitos, hervidos o feteados”, respondió.
¿Y Europa? “Exportamos cortes del trasero de novillos trazados, de unos 500 kg, de campos habilitados para la UE. Estábamos a punto de completar nuestro cupo Hilton. Pero el mercado europeo, lamentablemente, tiene la experiencia de que nosotros vamos y venimos con las ventas; hay incertidumbre entre los clientes, en un momento en que abrieron los restoranes, donde se colocan nuestros cortes, tras los cierres por el coronavirus”, contó, adelantando que por lo pronto no se llegó a incumplir contratos.
Además, con los delanteros de esos novillos hacen el kosher para Israel, pero los importadores están preocupados por los sobrecostos que implica la veda. “Los equipos especializados en el ritual de matanza y de revisación de pulmones y demás órganos, que son israelíes, hoy están en Hugues. Eso significa un costo enorme para brokers y clientes finales”, indicó, refiriéndose a que están haciendo gestiones ante la embajada para ver si dan marcha atrás con la medida, por ahora, sin éxito.
La esperanza
Por último, Medina se refirió al clima de tensión, que se vive en el día a día en la zona. “Los productores están muy preocupados por sus propias actividades y porque el frigorífico significa una salida comercial importante para su ganado. También, hay incertidumbre por la fuente laboral entre nuestros más de 600 empleados y los 120 indirectos, que viven en Hugues, Venado Tuerto, Colón, Wheelwright, Melincué, entre otros. Somos el principal empleador del sur santafecino”, aseveró. Y alertó: “Esperamos que no vuelvan las mismas prácticas de la anterior gestión kirchnerista, porque se perdió mucha riqueza genuina, es más el stock bovino no está totalmente recuperado y hay algunas industrias aún paradas desde aquella época”.
Para finalizar, destacó porqué desde Black Bamboo están más esperanzados en esta oportunidad. “A diferencia de aquella vez, tenemos un mundo mucho más demandante de carne roja, en particular Asia, donde el poder adquisitivo siguió creciendo a pesar de la pandemia. Y la Argentina, que necesita divisas, tiene un papel geopolítico trascendental con la exportación de este alimento. Hay un futuro muy prometedor, depende de nosotros aprovecharlo”, concluyó.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 03-06-2021