En pleno corazón agrícola, recrían terneros livianos con silaje y pasto fresco picado, aprovechando el doble de la cosecha a diente, y los terminan con más de 500 kg para exportación. “Hoy, apartamos un 20% de los novillos del feedlot a los 460 kg para consumo. Recalculamos, pero la estrategia a largo plazo no cambia”, afirman.
Eugenio De Bary es Ing. en Prod. Agr, miembro del CREA María Teresa y de la comisión directiva de la organización, y administra un campo familiar mixto, a 50 km de Venado Tuerto, Santa Fe. Hasta hace unos 8-9 años producía hacienda liviana para consumo y luego, junto con un socio, desarrolló un novedoso sistema de recría con pastoreo mecanizado que le permite aprovechar el 90% del forraje de las alfalfas y verdeos, y terminar 3.000 novillos pesados por año. Hoy explica por qué continuarán con este esquema a pesar de los avatares que atraviesa la actividad exportadora.
De Bary (der) junto a su socio.
“Antes, además del ciclo completo, comprábamos terneros de 180 kg en la Cuenca del Salado y los engordábamos con autoconsumo, tipo feedlot casero. Después, con las buenas perspectivas de los mercados externos, alquilamos un campo cercano, de 1.000 ha, con otro productor y amigo, Lisandro Capozucca, para hacer una recría pastoril. Esto dio impulso a una serie de cambios estratégicos en el sistema productivo”, recordó De Bary. En tal sentido, además de triplicar las ventas de ganado para faena, el nuevo modelo les permitió aprovechar todo el maíz y la mayor parte de la soja cultivada en el campo propio, que previamente se enviaba a puerto.
El primer paso fue comprar terneros más livianos, de 120-160kg, Hereford y Bradford, en Corrientes, para hacer 150 a 200 kg baratos, a pasto, además de implantar unas 100 ha de alfalfas y verdeos, y otras 100 de maíz para silaje que fueron la base de lo que los socios denominan “recría pastoril mecanizada”.
“Es un sistema innovador en carne, no lo vi en otras empresas, aunque en realidad lo copiamos del tambo. La idea es llevarle el alimento al animal y no que éste tenga que buscarlo, gastando energía”, planteó. Para ello, armaron cinco ensenadas amplias, de 6-7 hectáreas, para 400 tenernos, y comederos caseros, hechos con dos boyeros, donde se reparte la comida. “A la mañana, les damos 3-4 kg de silo de maíz y 300 gr de soja, por cabeza, además del núcleo vitamínico. Luego, es el turno del pasto fresco picado, una cantidad de kilos por día, según la tropa y la época, unos 10 kg de materia verde promedio, por cabeza”, explicó.
Repartiendo avena picada fresca a novillitos de 250/280 kg, en etapa final de recría.
¿Pican el pasto? “Si, con una máquina tradicional que es cortadora, picadora y carro forrajero. Es excelente, cosechamos las alfalfas y los verdeos, que están alrededor de las ensenadas, para que el trayecto sea lo más corto posible y lo repartimos enseguida. Así, aprovechamos el 90% de la materia seca, cuando el pastoreo a diente tiene una eficiencia del 45%”, aseveró. Y prosiguió: “con poca superficie obtenemos el doble de comida y el corte es muy parejo, no es el bocado del ternero. Está muy bueno”.
Picando avena con gran aprovechamiento.
Para De Bary, una ventaja del campo recriador es que tiene bajos que contribuyen al manejo eficiente y al bienestar animal en momentos críticos. “Cuando llueve, para que los terneros no pisoteen la ensenada, tienen acceso a lotes mucho más grandes, de 100 hectáreas, donde pastorean tranquilos y duermen sin barro. No les entregamos el alimento fresco, pero sí el silo de maíz, la soja y demás, eso no se corta nunca, es más, les damos el doble para cubrir el bache. Ahí, también tenemos comederos y buenos accesos para repartir la ración, de modo que ganen 500-600 gr/día”, pormenorizó, refiriéndose a que luego de la tormenta vuelven a su rutina.
Otra cuestión que los socios fueron aprendiendo con este sistema de recría es que pueden ofrecer menos alimento por cabeza. “Lo habitual es calcular el 3% del peso vivo, eso sería de libro. Si el ternero pesa 200 kg, hay que darle 6 kg de materia seca para que gane lo que se busca. Aquí, ese porcentaje baja mucho, creo que estamos más que cerca del 2%, aunque aún no lo medimos”, aseveró el empresario, aludiendo a que el animal está muy cómodo y lo único que hace es comer, tomar agua y dormir, no necesita caminar.
Y subrayó: “El sistema es doblemente eficiente, porque por un lado se aprovecha el pasto al máximo y por el otro el gasto en alimento es menor. Incluso usamos pasto fresco picado para la invernada pastoril con destino a la cuota Hilton, que hacemos en el campo recriador, con suplementación estratégica”.
¿Cuánta gente tienen para manejar esa ingeniería? “Hay dos personas para alimentar los casi 2.000 terneros que recriamos, trabajan con equipos nuevos y hasta tienen tiempo libre. Están muy comprometidos, nos marcan la cancha, nos ayuda a decidir qué comprar y qué no porque los ven dos veces por día cuando reparten la comida”, contó De Bary, agregando que tanto él como su socio también participan en las tareas de campo.
La previa
Terneros en adaptación, con alimento terminado, rollo de alfalfa y avena picada.
Una clave para recriar animales que llegan tan livianos, que vienen de un destete y desde lejos, es un manejo nutricional y sanitario estrictos durante la adaptación.
“Cuando el ternero entra con 120 kg le damos un alimento terminado. Es un animal que tiene una conversión muy alta, entonces con ese suplemento iniciador, rico en proteínas, más rollos de alfalfa y avena picada, ganan 1,5 hasta 2 kg/día y en 30 días llegan a los 150-160kg”, comentó.
Otra estrategia importante es la metafilaxis, además de las vacunas y tratamientos sanitarios tradicionales. ¿De qué se trata? “Se les da un antibiótico recetado al ingreso para curar algún ternero enfermo y controlar la transmisión a sus contactos estrechos”, argumentó, detallado que así minimizan la mortandad y mejoran el desempeño de toda la tropa.
Tras la adaptación, entran al sistema normal de recría. Una vez alcanzados los 300-340 kg, los novillitos van al corral de engorde (en el campo propio) que, tras importantes inversiones, se transformó en un feedlot para 1.000 cabezas instantáneas con piso de cemento y modernas instalaciones. “Nuestra dieta está estandarizada, incluye 70% de maíz, 20% de silo y 10% entre soja y núcleo. Siempre damos grano entero y no tenemos problemas de acidosis. Logramos ganancias de 1,4-1,6kg/día”, reveló, indicando que de esta forma terminan novillos con 510- 530kg y los venden con destino a la Unión Europea.
La coyuntura
¿Qué harán ante la intervención oficial? “Hacemos novillos pesados desde hace tiempo, el sistema está consolidado y en franco crecimiento, diversificamos mercados y seguimos vendiendo las hembras con 350 kg para consumo. Tal vez las empresas CREA que empezaron a aumentar el peso de faena hace poco estén evaluando cambios, en nuestro caso no, somos más eficiente con este modelo”, respondió.
En esa línea, justificó: “nuestro negocio está en la recría, es una fortaleza. El ternero liviano está en 250 $/kg y el novillo recriado en el mercado vale 180 $/kg, ese es nuestro precio de ingreso al feedlot y por el gordo nos pagan 195 $/kg. En la compra-venta, aún hoy, salimos bien parados, aunque la rotación del capital sea más lenta”.
¿Alguna precaución? “Estamos recalculando. Hoy el consumo se lleva un novillo de 460kg brutos, siempre lo compró. Los nuestros están 120 días en el feedlot y dentro de cada tropa hay variabilidad en las ganancias diarias. Entonces a los 80 días ya hay algunos que pesan ese kilaje y marcan punta en engrasamiento, de modo que empezamos a seleccionarlos. La idea es destinar un 20% al consumo, solo para abrir un poco el juego. La exportación sigue comprando y la coyuntura se va a reacomodar, es una cuestión política y no de mercado. A mediano plazo vemos muy buenas perspectivas”, concluyó De Bary.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 1º-07-2021