Un modelo matemático ajustó a 15-18 ppm la disponibilidad del nutriente en el suelo para alcanzar el techo productivo de la pastura, en lugar de los 20-25 ppm tradicionales, lo cual implica reducir entre un 10 y 40% la dosis del fertilizante a utilizar. Un aporte clave de la ciencia en momentos en que el abastecimiento del insumo es crítico.
Ing. Agr. Oscar Bertín.
El Ing. Agr. Oscar Bertín, asesor privado y referente técnico de Biscayart Semillas, hizo una puesta a punto de cuánto fósforo hay que aplicar en alfalfa utilizando el nuevo modelo del INTA Balcarce, que ajustó el umbral para que el cultivo exprese el 90% de su rendimiento máximo, una oportunidad en esta siembra condicionada por fertilizantes caros.
“El costo más importante en la implantación de una pastura, en este caso la alfalfa, además de la semilla, es el fertilizante, cuyo precio está en un nivel récord histórico. Por eso, la eficiencia en el uso de los llamados ‘arrancadores’, sobre todo el fósforo, fundamental para el crecimiento inicial, resulta clave”, dijo Bertín a Valor Carne.
La estampida de los precios se inició durante la pandemia, y ahora, se sumó la incertidumbre a causa de la invasión a Ucrania y las sanciones económicas a Rusia, uno de los principales proveedores mundiales de fósforo. “La Argentina produce fertilizantes, pero se importan en buena medida, son commodities y su precio depende del mercado internacional”, apuntó.
En el terreno
El rendimiento potencial de la alfalfa promedia las 20 t/ha, sin embargo, lo obtenido por el productor pampeano suele ser inferior debido a que el fósforo disponible en los suelos de la región resulta insuficiente para llegar a ese techo.
“Para decidir cuánto fósforo hay que aplicar siempre se han utilizado métodos basados en análisis de suelos de Buenos Aires y Santa Fe, que indican que se debe contar con 20 a 25 ppm de fósforo para lograr ese potencial”, comentó Bertín, detallando que en base a eso el productor determina la dosis en función de la inversión en fertilizante y la respuesta de la pastura.
“Nadie quiere obtener la mitad del rinde máximo, al menos se apunta a un 70-80%. Pero eso significa un alto costo en fertilización ya que los suelos, sobre todo los agrícolas, pero también los ganaderos, cada vez tienen menos fósforo, lo que limita el desarrollo de esta leguminosa”, advirtió, aludiendo a los altos requerimientos de la alfalfa. “Por ejemplo, si retiramos 10 t/ha, en un sistema intensivo, nos estamos llevando casi 30 kg de fósforo por año, es una cantidad importante” subrayó.
¿En qué difiere el fósforo de otros nutrientes? “En que no tiene ningún otro aporte que no sea el suelo, no puede ser obtenido desde la atmósfera como el nitrógeno a través de la fijación biológica. Encima, muchas veces no está en forma disponible para las plantas, o sea en solución, al menos en lo inmediato”, explicó.
Una cuestión de raíz
Para el especialista, un punto a mirar a la hora de decidir la implantación de una alfalfa es que otras especies forrajeras tienen menos requerimientos de fósforo o mayor capacidad de extracción. “Estamos hablando de un nutriente poco móvil en el suelo, a diferencia del nitrógeno y el azufre que se desplazan con el agua, por lo tanto, las plantas lo tienen que ir a buscar al lugar donde está”, alertó. Y aclaró: “Entonces, no es lo mismo para otras leguminosas, que necesitan menos fósforo, sobre todo el lotus, o para una gramínea que tiene un sistema radicular en cabellera muy desarrollado, en superficie, que facilita la provisión desde todos lados”, planteó.
Alfalfa en prebotón floral (inicio del pastoreo).
En el caso de la alfalfa, con su raíz pivotante, no hay tanto problema al inicio, pero después se lignifica y tiene pocos pelos radiculares en superficie. “Una ventaja es que a medida que la raíz avanza hacia abajo empieza a haber mayor cantidad de fósforo, porque no se lo extrajo. Pero, de cualquier modo, el nutriente tiene que estar disponible en el medio acuoso del suelo, sea arriba o abajo”, reiteró. Por eso, “la práctica de la fertilización es bastante común, pero el productor aplica menos de lo que indican las fórmulas conocidas, ya que le resulta demasiado oneroso”, aseveró.
Dosis ajustada
En este contexto, resulta muy importante el nuevo método para definir la dosis óptima de fósforo en alfalfa, desarrollado por los investigadores María Alejandra Marino y Hernán Echeverría del INTA Balcarce y la Universidad Nacional de Mar del Plata.
“Diseñaron un modelo matemático que mejora el ajuste de la dosis y lo hicieron con los mismos datos con los que habían obtenido la fórmula tradicional. O sea que la redefinieron buscando mayor precisión entre los niveles de aplicación y las respuestas”, indicó Bertín.
¿Qué encontraron? “Que el valor de referencia o necesidad de fósforo para lograr el techo productivo es del 18 ppm y no de 20-25 ppm como antes. En concreto, por debajo de esas 18 ppm la respuesta es positiva al agregado de fertilizante y por encima es escasa o antieconómica”, explicó, destacando que esta innovación promueve una fertilización más racional, ya que el fósforo no utilizado por las plantas contamina los cursos de agua adyacentes.
Además, el intervalo de confianza, es decir el fósforo necesario para lograr el rinde potencial en alfalfa, es más acotado. “Está entre 15 y 20 ppm, bajó casi 10 puntos el nivel de ppm de los modelos anteriores, dependiendo de los suelos, obviamente en los más pesados, se acercará más a 20 y en los más arenosos o con menos retención de fósforo por la arcilla, será de 15”, detalló.
Fuente: Marino y Echeverría. Para calcular la dosis de superfosfato triple de calcio multiplicar por 5.
La consulta
Para finalizar, Bertín comentó cuánto fertilizante hay que aplicar en la zona pampeana según el nivel fósforo en el suelo y el objetivo de la empresa. “Si un productor tiene 5 ppm y quiere saber cuánto fosfato monoamónico (22% de fósforo) necesita para alcanzar la meta de 20 t/ha de alfalfa, como tiene que llegar a 15-18 ppm, yo le diría que no es un suelo adecuado para esta especie, que busque otras alternativas, lotus, trébol blanco. Pero si reitera que necesita implantar alfalfa por ejemplo para una recría, que no tiene otro lote, bueno tendrá que aplicar 130-150 kg/ha, es antieconómico”, afirmó.
En el otro extremo, si opta por aplicar un mínimo, “eso también es positivo para el cultivo porque genera una adecuada producción inicial de pasto. Si falta fósforo, las plantas resultan pequeñas, azuladas, un problema que se puede resolver con pequeñas dosis, no se necesita mucho”, sostuvo.
“Ahora, si el productor tiene 8-10 ppm, es probable que con 80-100 kg/ha esté cubriendo las necesidades del primer año de la pastura. Y si tiene 10 a 12 ppm, aplicando 50- 60 kg/ha, aunque no llegue al óptimo de producción, al menos estará cerca”, aconsejó.
¿En plata? “Para las dosis más altas es mucho, hay que calcular casi 100 USD/ha pero una alfalfa pura, sembrada con la densidad adecuada, también está en esos valores”, justificó, aludiendo a que se trata de una pastura de gran potencial para obtener kilos de carne.
“En todo caso, utilizando este nuevo modelo, se pueden bajar las dosis, aplicar un 10-40 % menos para estar cerca del techo productivo y, por lo tanto, el retorno de la inversión es interesante”, concluyó Bertín, señalando que más allá de ajustar la fertilización en estos momentos críticos, este aporte científico propicia una agricultura forrajera con menor impacto ambiental.
Por: Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 24-03-2022