Ante el estrés térmico el animal come menos, pero además sólo lo hace cuando refresca y si recibe una dieta muy concentrada con el rumen semivacío se generará acidosis. ¿Cómo incluir más fibra para atenuar el problema y a la vez no perder eficiencia para transformar alimento en carne? La respuesta de la ciencia.
El Ing. Agr. Pedro Sueldo, de Vetanco, laboratorio especializado en la nutrición intensiva sin antibióticos, hace una puesta a punto de las herramientas de manejo y alimentación para mitigar el estrés calórico, de alto impacto en la productividad y rentabilidad del feedlot, presentando los resultados de las últimas investigaciones en la temática.
¿Qué es el estrés calórico? “Se trata de una condición fisiológica que ocurre cuando el calor producido por el metabolismo del animal, sumado al ambiental, supera la capacidad de disiparlo y, por lo tanto, no puede mantener su temperatura corporal normal (38-39°). Esto desemboca en cambios metabólicos y de comportamiento, como aumento de la frecuencia respiratoria, jadeo y sudoración, entre otros”, explicó Sueldo, Coordinador científico de rumiantes de la firma.
¿Consecuencias en el feedlot? “Como el animal no puede manejar el calor ambiental, baja el consumo para disminuir su temperatura. Pero no sólo lo reduce, sino que cambia los patrones de alimentación”, planteó, refiriéndose a que no come durante gran parte del día y lo hace cuando refresca. “Y ahí aparece los trastornos digestivos porque va al comedero hambriento, con el rumen semivacío y se desencadena una explosión de ácido. Por eso, uno de los mayores problemas nutricionales del estrés térmico es que genera acidosis”, alertó.
Una cuestión alineada con estos eventos es el aumento de los requerimientos energéticos de mantenimiento del animal, precisamente, por la mayor frecuencia respiratoria, vasodilatación y demás, para disipar ese calor, sumado al menor tiempo dedicado al descanso y la rumia. “Este mayor gasto metabólico y la caída del consumo, llevan a la pérdida de eficiencia para convertir alimento en carne. Y eso tiene consecuencia en el negocio”, señaló.
¿Qué hacer? “En los últimos años los feedlots están suministrando las comidas en los momentos del día en que el animal tiene confort para alimentarse”, comentó Sueldo, aludiendo a que muchos han adoptado la ‘dieta de verano’ y ofrecen el 40% bien temprano y el resto cuando empieza a refrescar. “Si dan la comida a media mañana, el bovino no la tocará y quedará ahí perdiendo calidad. Lo ideal es hacerlo a las seis de la mañana, así comerá algo y aunque después esté todo el día sin alimentarse ya tendrá cierta energía en el rumen y no llegará en ayunas a la tardecita cuando reciba el resto de la ración”, aseguró.
Otra herramienta clave para ayudar a los animales a perder calor es ofrecerles agua fresca en forma constante, teniendo en cuenta que además su consumo está íntimamente correlacionado con el de materia seca. “Como aumenta mucho la demanda de agua en verano, a veces el productor instala bebederos muy grandes, para que entren todos, cuando lo primordial es que haya un buen recambio. Si el agua queda estancada, se calienta y no cumple su función refrigerante. Entonces, es preferible prestar más atención al caudal de agua que al tamaño de los bebederos”, aconsejó.
¿Calor vs eficiencia?
Sueldo resaltó que hay nuevos conocimientos y tecnologías para mitigar los efectos del estrés térmico y lograr una buena performance animal.
En ese sentido, un reciente estudio sobre el efecto de la sombra en el feedlot arrojó datos interesantes. Hace un mes se publicó un ‘paper’ de Alejandro La Manna y equipo (INIA Estanzuela), que hizo un seguimiento durante tres años consecutivos en una zona uruguaya con similitudes a la región centro de la Argentina. “El ensayo era bien simple, animales que recibieron la misma dieta, con sombra (4,5 m2/animal) vs sin sombra. Los resultados son contundentes: mejores consumos, menos acidosis y de la mano de estos parámetros, mejoras del 13% en las ganancias diarias y del 7% en la eficiencia de conversión”, contó.
¿Cómo evitar la acidosis desde la nutrición? “Aún con sombra, es fundamental darle más espacio al forraje dentro de la dieta, algo que también se está difundiendo en el menú de verano de los feedlots. Lo importante es que la fibra sea de buena calidad para favorecer la rumia, la salivación, de modo de atenuar las caídas de pH”, recomendó Sueldo, detallando que si bien esto podría mejorar el consumo también podría afectar la conversión de alimento en carne.
“Ahí surge la importancia de la tecnología de Rumino-Zyme, un probiótico enzimático que se utiliza cada vez más para prevenir la acidosis, verdadero talón de Aquiles del estrés calórico”, subrayó.
¿Cómo funciona? El probiótico (esporas del hongo Aspergillus oryzae) estimula las poblaciones beneficiosas del rumen, entre ellas, las que consumen el ácido láctico, que tiene gran incidencia en el descenso del pH. “Al limitarse la acumulación de este ácido, se atenúan los problemas de acidosis, mediante un mecanismo completamente diferente al de un antibiótico o un ionóforo, de uso habitual en dietas de feedlot, aunque cada vez más cuestionados por la opinión pública”, advirtió.
¿Y la eficiencia de conversión? “En el estrés térmico, por todo lo que hablamos, el animal consume menos energía, pero a la vez necesita más energía para disipar el calor, de ahí su pérdida de eficiencia”, aclaró. Así las cosas, planteó: “lo que hace Rumino-Zyme, es que por un lado disminuye las mermas por acidosis, entonces ya de por sí ese animal resulta más eficiente. A esto se agrega el ‘trabajo’ de las enzimas (xilanasas) del producto, que favorecen la digestión de la parte fibrosa de la dieta”. En síntesis, la eficiencia de conversión mejora por una doble acción, o sea, porque mitiga la acidosis y porque facilita la digestión de la fibra.
“Sabemos que las temperaturas medias irán en aumento en los próximos años y las olas de calor serán más frecuentes, por eso, contar con esta tecnología para enfrentar el problema y seguir produciendo eficientemente es un respaldo para la ganadería intensiva”, concluyó Sueldo.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicación de «Valor Carne» de fecha 15-12-2022