El INTA lanzó una herramienta digital que muestra en t/ha el contenido del principal componente de la materia orgánica, en los primeros 30 cm del perfil. Más allá de establecer una línea de base para monitorear las estrategias de manejo regionales, la información le permite al productor medir sus avances tranqueras adentro. El objetivo, aumentar los stocks del país.
Juan José Gaitán.
El Ing. Agr. Juan José Gaitán, investigador del CONICET, lideró junto a una centena de especialistas, una iniciativa del INTA que permite contar con un mapa actualizado del nivel de acumulación de carbono orgánico en los suelos de la Argentina. En diálogo con Valor Carne explicó por qué es importante medir a largo plazo este compuesto y cómo se puede aprovechar la información a nivel regional y en el campo del productor.
“El carbono es el indicador más importante de calidad del suelo. Es el componente primordial de la materia orgánica, que hace a la estructura, la actividad biológica y la disponibilidad de nutrientes. A medida que se logra una mayor acumulación de este elemento vital, aumenta la productividad del lote”, indicó Gaitán.
Al mismo tiempo, este proceso impacta beneficiosamente en la regulación del clima. “Al capturar CO2 de la atmósfera a través de las plantas y fijarlo en el suelo (como carbono), se evita que ese gas vaya a parar a la atmósfera, contribuyendo a mitigar el calentamiento global”, explicó, planteando que el objetivo es monitorear periódicamente el reservorio de carbono en todo el país.
El estudio
Entre 2015 y 2022 se tomaron muestras de suelo en 5.400 sitios a lo largo y ancho del territorio, a través de las Estaciones Experimentales del INTA, agencias de la Subsecretaría de Agricultura y organizaciones de productores como CREA y AAPRESID. Estas muestras, recolectadas a 30 cm de profundidad, se enviaron al laboratorio donde se midió el carbono orgánico y la densidad aparente, entre otros datos necesario para calcular el stock.
¿Por qué a 30 cm? “Las normas internacionales del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) recomiendan muestrear a esa profundidad porque los procesos del ciclo del carbono son más activos, mientras que yendo más abajo el nivel de reserva no cambia significativamente con los años”, respondió.
Así las cosas, se utilizaron técnicas de cartografía digital para relacionar los datos obtenidos por muestreo con variables de vegetación, climáticas, topográficas y edáficas. “Esto nos permitió extrapolar la información y estimar las reservas de carbono en los lugares no medidos, obteniendo un mapa continuo a escala nacional”, apuntó. Y aclaró que “había uno anterior, también elaborado por el INTA, pero basado en muestras colectadas principalmente en las décadas del ‘60 y ‘70 y desde entonces el carbono del horizonte superficial pudo haber variado”.
Algo destacable es que, en esta oportunidad, los muestreos se sostendrán en el tiempo a través de las organizaciones que intervinieron en la preparación del mapa. “Esto nos permitirá actualizarlo cada 2, 3 o 4 años. Así podremos hacer comparaciones, identificar en qué zona está aumentando o disminuyendo el carbono y dónde se encuentra estable”, anunció Gaitán.
Sobre esta base se analizarán las causas que llevaron a estos cambios. “Si identificamos prácticas que hayan favorecido la acumulación, deberíamos propiciarlas y si hay otras que la han disminuido, habría que desalentarlas”, sostuvo, aludiendo a que el mapa sirve como diagnóstico, aunque puede traducirse en recomendaciones de manejo.
En mi campo
Para el investigador, contar con una línea de base de carbono es una herramienta de gran utilidad no sólo para el diseño de políticas sectoriales sino para que el productor pueda tomar mejores decisiones en su campo.
¿De dónde viene el carbono? “Como dije proviene de la materia orgánica y ésta resulta de la vegetación que muere, se incorpora al suelo y se descompone mediante la actividad microbiana. La acumulación también depende del tipo de suelo, del clima y del manejo histórico de los lotes. Todos esto hace al stock final que nosotros hemos medido”, indicó Gaitán, presentado el nuevo mapa digital.
Haciendo click en esta herramienta y mediante un zoom, el productor podrá conocer los niveles aproximados de carbono en su zona y en su campo, y compararlos con los de otras áreas.
Las zonas con mayor acumulación de carbono (marrón oscuro) son las de bosques, por ejemplo, en los andinos patagónicos y los de Misiones, así como las yungas, el carbono orgánico supera las 100-120 t/ha. En cambio, las zonas más áridas son las de menores reservas (beige claro), con 20-30 t/ha.
¿Y la región pampeana? “El promedio es de 60-65 t/ha, pero el contenido es heterogéneo. En el sudeste de Buenos Aires hay partidos como Balcarce que tienen mucho más, 100-120 t/ha. El clima es más fresco y la actividad de los microorganismos que se encargan de la descomposición de la materia orgánica es más lenta, eso influye en las reservas”, sostuvo. Y yendo al otro extremo, en Trenque Lauquen, hay entre 40 y 45 t/ha.
¿Cómo aprovechar esta información? “Hay que tener en cuenta que el mapa fue elaborado a escala nacional y cuando el productor hace zoom en un lote, los datos son orientativos, dicen qué rango de reservas tiene su campo”, señaló Gaitán. Y propuso: “si él también hace mediciones a largo plazo, considerando que el mapa se irá actualizando, podrá ir comparando cómo avanzan sus suelos versus la evolución de la zona donde están ubicados”.
En la práctica
En concreto, esta herramienta digital brinda una línea de base para poder evaluar si el manejo a campo tiene un impacto positivo en el stock de carbono. “Para contar con evidencias, hay que tomar muestras de suelo a 30 cm de profundidad y mandarlas a analizar al laboratorio. O sea que el productor puede replicar los chequeos que los investigadores y técnicos hacemos a nivel país, pero a una escala de lote”, aseveró. ¿Cada cuánto tiempo? “Si está aplicando una nueva tecnología de manejo del pastizal o de pastoreo, por ejemplo, mi sugerencia es medir el carbono cada dos o tres años, para ir viendo si está aumentando o disminuyendo y en función de eso ir haciendo correcciones”, aconsejó.
El objetivo a nivel nacional es incrementar el stock de carbono, según lo establecido en el Acuerdo de París para la mitigación del cambio climático. “Al adherir a este convenio internacional, la Argentina se comprometió a ir incrementando las reservas de carbono del suelo a razón de un 4 por mil anual, lo que permitiría compensar en buena medida el aumento actual del CO2 en la atmosfera”, recordó.
¿Y es posible hacerlo en zonas productivas? “Bueno, hay muchas prácticas y tecnologías de manejo probadas que permiten mejorar los niveles de carbono en el suelo, pero también hay un refrán que dice que además de ser hay que parecer”, advirtió Gaitán. O sea que hay que poder demostrar los avances a través de información validada científicamente para que sea aceptada a nivel mundial. “Y este mapa va en esa línea, generar una base de datos robustos para probar que estamos logrando la meta. La clave está en medir”, finalizó.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Los investigadores
Gaitán, J.J.; Wingeyer, A.B.; Peri, P.; Moavro, E.; Peralta, G.; Fritz, F.; Berhongaray, G.; Adema, E.; Albarracin, S.; Álvarez, C.; Álvarez Cortés, D.J.; Bacigaluppo, S.; Balducci, E.; Ballón, M.; Banegas, N.; Barbaro, S.; Barral, P.; Behr, S.J.; Beider, A.M.; Bellanich, A.; Benedetto, M.V.; Boccolini, M.; Borrelli, L.; Buono, G.G.; Butti, L.R.; Canale, A.; Capurro, J.E.; Casasola, E.; Castro, F.E.; Cepeda, C.; Cesa, A.; Céspedes Flores, F.; Colazzo, J.C.; Chalco Vera, J.; Chaparro, S.A.; Clich, I.A.; Bustos, M.E.; Dure, J.L.; Eclesia, P.; Eiza, M.; Enrico, J.M.; Erreguerena, J.; Fantozzi, A.; Fernandez López, C.; Ferrante, D.; Flores, J.; Gabioud, E.; Gándara, L.; Gerlero, G.D.; Giannini, A.P.; Goytía, S.Y.; Humano, G.; Irizar, A.; Iturralde, R.; Kehoe, E.; Kloster, N.; Kurtz, D.; Lara, J.; Lasagno, R.; López, A.; López Morillo, C.; Lupi, A.; Malmantile, A.; Martinefsky, M.J.; Mas, L.M.; Massara, P.V.; Mónaco, I.; Moretti, L.; Moreno, R.; Murray, F.; Oviedo, E.; Pagani, R.; Paredes, P.; Pereira, M.M.; Pinazo, M.; Dante Pueyo, J.; Radrizanni, A.; Reinaldi, J.A.; Restovich, S.; Rey Montoya, T.; Rojas, J.; Roldán, F.; Salas, D.G.; Salvagiotti, F.; Sánchez, H.; Sánchez, M.C.; Sello, E.; Sleiman, L.; Suarez, A.; Tenti, Vuegen, L.M.; Tomanek, E.; Torres, V.; Valiente, S.; Viana, A.; Villarino, S.; Vivar, M.E.; Velasco, V.; Von Wallis, A.; Wilson, M.; Wolf Celoné, U.I.; Ybarra, D.; Enriquez, A.S.; Gatica, G.; Gaute, M.; Gyenge, J.; Mansilla, N.P.; Martínez Pastur, G.; Mastrángelo, M.; Nosetto, M.; Sandoval, M.; Villagra, P.; Gil, R.; Madias, A.; Accame, F.; Escobar, D.; Pascale, C.; Santillán, E.; Méndez, A.; Pérez Andrich, A.; Mercuri, P.; Sasal, M.C.
Publicación de «Valor Carne» de fecha 04-05-2023