Tras un ciclo castigado por los avatares del clima y la corrida cambiaria, las retenciones restan competitividad a las exportaciones de semillas y distorsionan un mercado que venía progresando. Cómo repercutirá el nuevo escenario en la producción ganadera de cara a la siembra de pasturas que viene.
“El consumo de semillas forrajeras cayó 8% este año. Veníamos con un promedio de 22.000 toneladas anuales y, ahora, estamos en 18.500 toneladas”, sostuvo Lus, aludiendo a la sucesión de problemas climáticos y económicos que pusieron a prueba las decisiones de los ganaderos.
“Hubo una sequía brutal durante todo el verano, seguida por un temporal de 20 días, y cuando las condiciones se estabilizaron empezó a saltar el tipo de cambio. Ante un producto dolarizado, como es la semilla, los ganaderos optaron por esperar. Entonces, empezó a hacer frío de manera intempestiva”, relató, enumerando las complicaciones que llevaron a que se sembrara menos de la previsto. Y agregó: “también influyó la pésima cosecha de granos que, en los campos mixtos, financia la siembra de pasturas”.
De cualquier modo, si bien hubo una caída del consumo, según lo declarado a la Cámara de Semilleristas (CSBC), en realidad bajó la siembra de semilla legal. “Con menor liquidez y pocas posibilidades de financiación, por las altas tasas, el productor echó mano a más semilla del circuito informal”, advirtió el especialista.
Doble estándar
¿Cómo se compone el mercado? “Más o menos el 50% del valor del mercado formal de semillas forrajeras, es alfalfa. Y, en este caso, la disminución del consumo fue mucho mayor (24%). Con el salto del tipo de cambio, el diferencial de precios entre la semilla legal, que está dolarizada, y la informal, que está en pesos, hubo una migración importante, más allá de que se haya sembrado menos”, explicó.
Además, se registró una cosecha extraordinaria de semillas de alfalfa. La sequía generalizada implicó mayores rendimientos en los ambientes tradicionales de producción y, a la vez, en las zonas de uso forrajero, muchos productores cerraron lotes y realizaron una recolección ocasional. “Esto contribuyó a que el precio se deprimiera dentro del esquema informal, generándose un diferencial mucho más amplio”, detalló.
Ampliando la mirada, entre alfalfa, festuca y ryegrass anual suman el 70-75% del valor del mercado, que hoy ronda los 66 millones de dólares; el resto está integrado por un conjunto de especies de menor consumo. Teniendo en cuenta el potencial exportador, según Lus, el negocio estrella es el ryegrass anual; y no es casual que haya sido el que más se expandió (+19%) en medio de los avatares de la última campaña.
“Si en algo somos buenos en la Argentina, es para producir esta semilla. Somos capaces de lograr grandes volúmenes de calidad aceptable. Y, a la vez, ser competitivos como para exportar”, aseguró, refiriéndose a que la Argentina ya venía vendiéndole a Europa y desde hace tres años se posicionó fuertemente en China, un consumidor inmenso. “EE.UU. ocupaba esta plaza, por su capacidad para generar volumen a menores costos, pero en las últimas campañas no tuvo buenas cosechas y eso nos dio lugar. Este año, aún no cosechamos y ya están buscando nuestro ryegrass anual. Pero las reglas de juego cambiaron en el país”, aseveró.
En ese sentido, la reciente imposición de retenciones a la exportación de semillas implica un impuesto de 4 pesos por dólar, lo que afecta a todas las especies, aunque la mayoría de lo que se embarca es ryegrass anual.
“Es un negocio de márgenes bajos, si le quitan un 10% por el impuesto, la operación queda al borde de ser inviable. Las empresas lo van a asumir, me imagino, de manera parcial y el resto se traducirá en costos de producción más altos”, planteó. En definitiva, “la exportación, no sólo es interesante para la industria sino para el productor, ya que le permite ampliar su negocio y sus posibilidades de rotación invernal”, agregó.
Otra distorsión que traerán las retenciones al ryegrass anual, está relacionada con los altos estándares del consumo interno, que es de certificación obligatoria, a diferencia de la exportación a China, que sólo requiere determinación de pureza y poder germinativo. “Si de golpe y porrazo la exportación deja de ser atractiva, la semilla en producción, especialmente la informal, se volcará localmente, provocando excesos, aunque no está dentro del marco legal para ser comercializada en el país”, insinuó.
Mercados más chicos
¿Por qué cayó el consumo de ryegrass perenne? “Si bien es de muy buena calidad forrajera, no hay muchos ambientes en la Argentina, salvo el sudeste de la provincia de Buenos Aires, aptos para la especie. No soporta veranos tan extremos, como los que tenemos aquí, con persistencia productiva”, explicó. Por otro lado, en los últimos 10-15 años, la mejora genética de las festucas permitió reemplazar el ryegrass perenne en buena parte. “Actualmente, hay festucas que están muy cerca y en algunos casos pueden superar la calidad de un ryegrass y, bien manejadas, aseguran persistencia, cosa que el ryegrass perenne no”, destacó Lus.
¿Y la cebadilla? “Es una especie que va en la media loma, donde corre la frontera de la agricultura y la ganadería, es de ambientes mixtos. Entonces, el productor puede optar por hacer pasto o soja y trigo”, dijo, aclarando que el consumo de cebadilla viene bajando en los últimos años y este último volvió a caer.
Otra especie que retrocedió fue el lotus, aunque esto no moverá el mercado ya que el componente de exportación es importante. “En el caso del corniculatus, hay buena demanda de Europa, Brasil y Uruguay. En función de ello y de la oferta uruguaya, que también produce, puede variar el consumo interno, que de por sí no es alto, ya que es una especie para ambientes específicos”, afirmó.
La siembra que viene
“Desde el punto de vista de la oferta, todas las empresas tienen un nivel aceptable de semillas. No hay grandes sobrantes de la campaña anterior, pero existe la cantidad suficiente como para encarar una buena campaña. Y los lotes en producción están bien, al menos hasta el momento, estamos por empezar las cosechas. O sea que, a grandes rasgos, la disponibilidad de semilla está asegurada. El tema es qué va a pasar con la demanda”, planteó.
Para Lus, aún con la coyuntura compleja, la oportunidad del pasto sigue firme en un contexto favorable para las exportaciones de carne. “El productor no puede manejar los precios de venta de su ganado, pero sí sus costos de producción. Habría que apuntar a una dieta más pastoril, porque no hay nada más barato que un kilo de materia seca de calidad”, concluyó.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 20-11-2018