Una vez más, y consolidando nuestras sospechas de hace ya un año, al analizar cualitativamente la faena de hacienda bovina de nuestro país, seguimos destacando determinadas implicancias que podrían configurar un compromiso a la sustentabilidad del rodeo nacional. Es así, que al ver la significativa participación de las hembras en el total de la faena, volvemos a poner el acento en la evolución vertiginosa de la demanda China como argumento genuino de valorización de la vaca y aporte fundamental a los ingresos del productor a la hora de desprenderse de sus vientres de descarte, pero suponemos que su correlativo y aparente incentivo de liquidación de vientres resulta solo un síntoma de un problema de fondo, y no el problema en sí mismo.
En tal sentido, y recurriendo a datos aportados por el Ministerio de Agroindustria de la Nación respecto de la faena y la participación en ella de las categorías relacionadas con hembras, mostramos en los siguientes cuadros la persistente evolución de la faena de hembras en forma concomitante con los incrementos significativos de las exportaciones a China, al menos para el primer bimestre de los años 16, 17, 18 y 19 respectivamente.
Cuadro1
Como se puede apreciar, habiendo ya sido una señal de alerta que durante el primer bimestre de 2018 se haya alcanzado una faena de hembras de 44,7% del total faenado, hoy resulta una evidencia llamativa la correlación positiva entre exportaciones chinas y el incremento del precio de la vaca, y aquella entre dicho incremento en precios y el correlativo progreso de la participación de hembras en la faena, llevando este ultimo ratio actualmente a 47,8%.
Dicha apreciación resulta más preocupante cuando al analizar los destinos de nuestras exportaciones encontramos que en lo que va relevado por INDEC en 2019 (enero), encontramos nuevamente que no solo China resulta ser el principal destino de nuestras carnes, sino que además pasó a explicar desde el 51% al 69% del total exportado, incrementándose un 88% su volumen en toneladas peso producto.
Cuadro2
Ahora, si bien un razonamiento lineal y con una visión simplista podría asociar a China con la responsabilidad de un supuesto estadio de liquidación del stocks, entendemos que la realidad exige una interpretación más compleja, que admita dicha evidencia como un síntoma de un problema que en realidad lo precede y subyace esencialmente en la debilidad de los fundamentos que deberían consolidar el valor de los vientres con verdadera aptitud reproductiva, resultando determinantes en el diferencial de precios, hoy relativamente bajo, entre la hembra susceptible de servicio y aquella estrictamente de refugo.
Por ello, es que en lugar de acusar a una demanda que afortunadamente viene significando un fundamento concreto en la mejoría de la ecuación económica del criador a la hora de encarar la recomposición de su rodeo, entendemos pertinente sugerir otras fuentes de interpretación de una realidad de la que ni siquiera estamos seguros de que signifique un verdadero proceso entrópico de evolución negativa de nuestro stock bovino.
En línea con ello, y tal cual muestra el siguiente gráfico, podemos mencionar una aparente culminación de la retención de vientres para recomponer el stock perdido en la década pasada, alcanzando un stock de hembras (23,9 millones) tal que la contribución marginal de la decisión de seguir creciendo resulta poco atractiva, exigiendo para su viabilidad y racionalidad económica niveles mucho mayores de inversión en capital y tecnología. Otro dato en línea con la presente interpretación, es que aun con incrementos sostenidos de la demanda China, el stock de vacas creció 2,55% en 2018.
Graf3
Otro dato que podría estar explicando la mayor participación de las hembras en una faena nacional que no crece en términos absolutos, es el de la continua caída de existencias de vacas de tambo. Como dato relevante se puede hacer mención a que a septiembre de 2018, dicho stock alcanzó un total de 1.595.920 cabezas, resultando (según SENASA) 7,2% menor al valor verificado el año anterior. Con ello, es posible afirmar que el indicador utilizado para medir posibles escenarios de liquidación de stocks es relativo, y puede estar incluso distorsionado por contener hacienda perteneciente a actividades ajenas a la producción de carne.
Otro factor clave a la hora de encontrar explicación al exiguo diferencial de precios entre una vaca gorda y/o de descarte para faena, y una con fines reproductivos es la diferencia temporal que demandan las realizaciones efectivas de su producto, dado que la venta de una vaca gorda, por lo general cobrable a los 15/30 días, se ve significativamente menos distorsionada en el cálculo de su valor actual que aquel valor representativo de los ingresos implícitos en la renta del potencial producto de una vaca con aptitudes reproductivas. Está claro que dicho descuento de fondos futuros para expresarlos en el mismo instante de tiempo (valor actual) encuentra como factor clave en su afectación la tasa de interés de descuento vigente coyunturalmente, la cual es considerada consecuentemente como costo de oportunidad.
Concluyendo, entendemos erróneo acusar a China de poner en riesgo la sustentabilidad y crecimiento del stock ganadero nacional. Por el contrario, suponemos su demanda el fundamental sostén en la valorización de un producto (vaca descarte) clave en la mejoría del flujo de fondos del criador que consolida una fuente de ingresos por venta de dicho subproducto.
Resumiendo, y entendiendo incorrecto responsabilizar a China de los riesgos de liquidación del stock, sugerimos la existencia de una multiplicidad de causales, pudiendo enunciar como principales, y al margen de la magnitud de la demanda China, la debilidad de la demanda de vacas con fines reproductivos, la necesidad de apertura de nuevos mercados y el logro de mayor participación en aquellos en los que ya estamos. Todo ello exacerbado por la lamentable persistencia de un contexto macroeconómico local que prioriza lo urgente frente a lo importante (Tasas de referencia inestables y crecientes TNA > 60%, expectativas de inflación anual en torno al 35%, la consecuente restricción del crédito, y el permanente cambio en las reglas del juego), quedando siempre supeditado el largo plazo a la satisfacción de exigencias impostergables del corto plazo, en muchos casos de índole política.
Publicaciòn de «Decision Ganadera» de fecha 15/04/2019