Recientemente, recorrimos algunas regiones de Australia, básicamente el sudeste, lo que nos permitió hacer algunos comentarios referidos a su ganadería y comparar los niveles de productividad con los de nuestra región.
Australia es uno de los principales productores de carne del mundo, reconocido por su especialización a la hora de proveer diferentes mercados. Su posición geográfica, que favorece el acceso a destinos importantes como Japón, a la vez resulta una limitante para la producción de alimentos, por el clima y los suelos difíciles.
Entre sus fortalezas figuran la población relativamente baja, que les permite obtener importantes saldos exportables, y la tipificación y desarrollo de marcas, que lo ubican como un país netamente exportador de carne con valor agregado. Se trata de embarques de productos ovinos y vacunos -de animales índicos y sus cruzas, británicos y Wagyu japonés- que, si bien no pagan retenciones, aportan entre el 1 y 2% para investigación científica y tecnológica.
El país oceánico equivale a tres veces la superficie de la Argentina, pero la escasez de agua limita la actividad agropecuaria. Más de un tercio de su geografía está al norte del Trópico de Capricornio y sus precipitaciones varían de 100 mm a 1.200 mm anuales, aunque gran parte recibe menos de 400 mm. Las zonas más lluviosas se encuentran en la periferia ya que el centro está condicionado por una cordillera que sigue la costa oriental y frena el ingreso de precipitaciones provenientes del Océano Pacífico. Las zonas tropicales del norte reciben agua mayormente en verano y las templadas del sur tiene aportes en invierno.
Australia posee alrededor de 23 millones de cabezas de vacunos de carne (contra 53 millones de la Argentina), 2,5 millones de leche y 63 millones de ovinos (versus los 10 millones de nuestro país). En la zona tropical, con 3 millones de cabezas, se utiliza ganado índico (Brahman) mientras que en el sur predominan los británicos (unos 10 millones), con un 40/50% Angus, 20% Hereford y el resto Shorthorn. También existen varios rodeos de Wagyu y sus cruzas, que se encuentran principalmente al sur.
La cara seca de Australia
Las características climáticas y edáficas hacen que el 40% de la superficie no tenga valor productivo. Un 38% es útil sólo para pastoreo extensivo (más de diez hectáreas por unidad de ganado bovino) mientras que un 13% permite el pastoreo más intensivo (de una a 10 ha por unidad de ganado bovino). Solo el 4% puede aprovecharse para pastoreo intensivo tal como se practica en nuestra región pampeana (una unidad de ganado bovino en menos de una hectárea). Además, sólo un 5% es útil para cultivos extensivos de secano.
El agro, con la ganadería incluida, está compuesto por 110.000 empresas y si bien no hay minifundios, considerando la superficie de los predios, no significa que los productores dispongan de suficientes recursos productivos.
Las sequías son frecuentes, en la mejor zona de secano se estima que dos a tres años de cada diez son secos, y en las de menos lluvias, tres de cada cinco. Esto lleva a que las inversiones se hagan lentamente y aunque los productores logren una buena cosecha saben que deben guardar para el año próximo o el siguiente. Por eso, muchos tienen otra actividad, más allá de diversificar a través de sistemas mixtos. Por ejemplo, fuimos a un campo donde el dueño trabaja como mecánico en una empresa minera y la mujer como enfermera del hospital del pueblo.
Cuando las condiciones de sequía imperan, primero bajan la carga en recría, luego le siguen las vacas y, por último, los ovinos.
En conclusión, la falta de agua es la principal limitante de la producción australiana.
Pero también existen restricciones de mano de obra que es cara y escasa. La minería compite en la captación de empleados, lo que eleva el costo por trabajador a USD 50/60 mil por año, incluyendo aportes. La mayoría de los productores vive en el campo y además contrata personal.
Otro problema es la escasez relativa de granos para los corrales de engorde. Australia produce mucho trigo y cebada y en menor medida maíz y sorgo, ya que la agricultura se hace en zonas donde predominan las lluvias de otoño-invierno. Así, mientras obtienen alrededor de 22 millones de t de trigo, 9 millones de t de cebada y 2,5 millones de t de canola, solo producen 1,8 millones de t de sorgo y 400 mil t de maíz.
Es decir, los granos comúnmente utilizados en Argentina son escasos ahí.
En tanto, el valor de la tierra es muy alto (alrededor de 7.000 USD/ha para cargas entre 0,7 a 1 E.V./ha), va subiendo año tras año y las grandes distancias hacen que el transporte sea costoso.
El valor de la recría
Las actividades de cría y recría se realizan en diferentes regiones del país, con cargas bajas, una clave del sistema. En general se trata de destetar terneros pesados (salvo en condiciones de sequía extrema donde se recurre al destete precoz) y de recriarlos lo más pesados posibles para ingresar a los feedlots con más de 350/380 kg, sobre todo si van a exportación.
Sortear la adversidad climática y otras dificultades ambientales no fue cuestión de suerte. Los elevados pesos de destete y recría obedecen a los muy buenos precios que logra el animal lo más recriados posible para el ingreso a los feedlots. El objetivo, es minimizar los kilogramos hechos a corral, que son muy caros, lo que obliga a vender a muy buen precio el animal terminado con altos pesos finales. En los años secos el costo del kilo producido en recría se aproxima al valor de venta de la categoría, debido al elevado valor de los suplementos invernales transportados a través de largas distancias.
Otra clave son las abultadas cotizaciones que alcanza la hacienda terminada. El precio de los novillos es de 1.200 a USD 1.500 según tipo y peso final, las vacas preñadas promedian los USD 1.000 y la reposición está en torno a los USD 800. En tanto los toros promedian los USD 4.000.
El engorde se hace en su mayoría a corral con dietas a base de grano de sorgo y cebada, incluyendo harina de canola y expeler de algodón como suplemento proteico. Si los animales van a consumo interno, el peso de faena promedia los 450 kg y si se venden para exportación, puede alcanzar hasta los 800 kg, especialmente en aquéllos destinados a Japón y a China.
Los animales británicos y Wagyu ingresan al feedlot con unos 15 meses y 350 a 400 kg. En los corrales que utilizan promotores de crecimiento las ganancias de peso son de 1,8 kg/d promedio y las conversiones están entre 5,5 a 6,5 kg/MS por kg de carne. Cuando el engorde no usa hormonas, la conversión es de 8 a 9 kg/MS por kg de carne.
Comparándonos con los líderes
Un estudio de 2018 (Menchon y otros) presentado en el Congreso Argentino de Producción Animal, analiza la producción de carne de Australia en relación a su productividad potencial y, a la vez, la compara con la de Estados Unidos, Argentina y Brasil. En el gráfico se observa la proporción de la brecha de rendimiento de los cuatro países, explicada por la tasa de extracción y el peso de la res.
Estados Unidos es el país que ha alcanzado la mayor productividad en relación a la potencial (0,62 sobre 1), seguida por Australia (0,52), la Argentina (0,26) y Brasil (0,23). Australia por ende tiene más productividad que la Argentina y Brasil, a pesar de que sus condiciones climáticas son más limitantes que en los países sudamericanos.
La reducción de las brechas entre productividad potencial y real puede lograrse por mejoras en la tasa de extracción (más ligada a lo reproductivo) y a través del peso de la res. En los Estados Unidos se ha alcanzado un peso de res muy cercana a su posibilidad potencial, pero se puede seguir mejorando mediante la tasa de extracción.
En el caso de Australia el avance debería ser a través de una mejora más importante en su tasa de extracción que en el peso de la res. Como se comentó anteriormente, el peso de faena es elevado lo que permite compensar la limitación de producir terneros. El hecho de tener una exportación de animales pesados más gravitante que el consumo interno explica la menor brecha entre producción real y potencial, en cuanto a peso de res.
La Argentina y Brasil deben lograr mejoras mucho más sustanciales que Australia tanto en tasa de extracción como en peso de la res. Nuestro país, sobre todo, debería mejorar el peso de la res en forma superlativa ya que el fuerte consumo interno de animales livianos causa la mayor brecha entre productividad real y potencial.
En síntesis, el éxito del sistema australiano se basa en parte en los altos precios finales de los animales terminados, que son volcados al resto de la cadena para compensar los elevados costos de producción a lo largo de la misma. A esto se agrega la tipificación de la hacienda y sus cortes, la trazabilidad y el amplio acceso a destinos de alto valor, también estratégicos para dar vuelta sus adversidades agroecológicas.
Por: Ing. Agr., M. Sci., Ph. D, Juan Elizalde
Ing. Agr., M, Sci, Sebastián Riffel
Publicaciòn «Valor Carne» de fecha 20-09-2019