Ignacio Buteler, 30 años, cordobés, es ingeniero agrónomo y está al frente de la ganadería en la empresa familiar, Agrobenita SA, con campos mixtos en el norte de Córdoba y en el este de Chaco. De vocación innovadora, el joven contó a Valor Carne porqué la firma, dedicada a las cosechas hasta 2014, volvió a la ganadería que había relegado por años e inició la recría intensiva y un feedlot para 2.000 cabezas. Hoy, son miembros del CREA Quimilí y producen 1.500-2.000 novillitos por año de 380/420 kg, por lo pronto, para consumo interno.
«Cuando nos hicimos cargo del campo del norte, donde históricamente se cultivaba algodón con arado, en forma agresiva, recibimos lotes muy degradados. Primero, hicimos maíz, soja y girasol, con buen manejo y rotaciones, pero sacábamos unos pocos quintales. Finalmente, decidimos retomar la producción de carne y dimos vuelta el resultado del negocio», afirmó Buteler, detallando que el objetivo fue mejorar la productividad en forma sustentable y, con esa visión, está cursando una especialidad en bovinos en la Universidad Católica de Córdoba.
Agrobenita S.A. comenzó a comprar terneros Braford y Brangus de calidad para recriarlos en las 600 ha chaqueñas donde la agricultura daba bajos rindes. Implantaron Brachiaria brizantha, tras hacer un ensayo de pasturas junto a un semillero, en el que se incluyeron variedades de Grama Rhodes y Panicum Coloratum, entre otras especies tropicales.
«Optamos por la Brachiaria porque era la que mejor se adaptaba al ambiente», dijo el joven, indicando que además incorporaron otras 300 ha nuevas donde sembraron Gatton panic. «Desmontamos con permisos, sin quemar ni un metro de chacra y con buenas prácticas, o sea, todo en regla», aclaró.
Pero una vez que las megatérmicas entraron en producción se toparon con una dificultad. «Con el mismo manejo del Gatton, la Brachiaria nos brindaba poca materia seca porque los lotes eran pobres en materia orgánica y nitrógeno», recordó. Entonces, prosiguió, se dio el «gran cambio para el sistema de recría» que fue introducir la Leucaena leucocephala, una leguminosa fijadora de nitrógeno atmosférico, que mejora el crecimiento de los pastos asociados.
«Fue un descubrimiento, mi cuñado Lucas (Martínez), que es ingeniero y también trabaja en la empresa familiar, viajó a un congreso en Australia y vio que la especie estaba muy difundida en la producción de carne. Lugo fuimos juntos a Paraguay y comprobamos que ocurría algo similar», reveló Buteler, con relación a esta forrajera, autóctona de Latinoamérica, pero poco conocida en la Argentina a pesar de sus múltiples ventajas. En tal sentido, especificó que «sus hojas son muy ricas en proteínas y consociada con la gramínea permite balancear la dieta animal».
«La sembramos en directa, en surcos, con un espacio de 6 metros entre los mismos, y ahí va la Brachiaria. El primer año probamos con 50 ha y al siguiente, viendo los resultados, hicimos 150 ha más», aseveró Buteler, aclarando que una vez establecidos, los árboles puede durar años.
La idea del profesional es introducir leguminosas adaptadas a la zona para mejorar los sistemas ganaderos, habitualmente basados en gramíneas tropicales, lo que permite intensificar la producción, minimizando la necesidad de fertilizantes y suplementos. «Ahora estamos haciendo otro ensayo con Aeschynomene americana, nativa del norte de la Argentina, recién sembramos 10 ha», contó, aludiendo a una forrajera de alta concentración de proteínas, con la que también apuntan a producir más carne por hectárea en forma amigable con el ambiente.
El planteo
Buteler hizo varios cursos de nutrición animal en MBG Ganadería, un centro de formación para profesionales dirigido por el Ing. Agr. Oscar Melo. Gracias a ello, con ayuda de software, puede planificar la alimentación y balancear las dietas, tanto en la recría como en el feedlot de su establecimiento.
«Compramos terneros de buena calidad, con 180 kg promedio, en Chaco y Corrientes. En invierno se recrían bajo encierre, en ensenadas con comederos, con una dieta que formulo yo mismo, apuntando a ganar 600 gr/día promedio. Así, hacemos unos 100 kg a corral», describió, precisando que la ración se prepara a base de silo sorgo, grano de sorgo molido y soja partida como fuente de proteína.
«Destinamos gran parte del campo a las cosechas de granos y ensilamos sorgo porque tras el picado la planta vuelve a rebrotar antes de las heladas y deja el suelo más protegido que el maíz. Esto es muy importante, sobre todo en esta zona, donde cuesta mucho lograr cobertura por las altas temperaturas», explicó. En tanto, para preparar el grano de sorgo molido, «contamos con una embolsadora partidora que lleva unos rodillos, que regulamos según lo necesario. Entonces, cosechamos el sorgo y lo embolsamos directamente, es un proceso simple y eficiente», detalló.
Luego en primavera, verano y parte de otoño, el establecimiento hace la recría pastoril sobre Gatton y Brachiaria consociada con Leucaena.
¿Pastoreo? «Es muy intensivo. Por ejemplo, ahora tenemos 300 animales en 20 hectáreas, están una semana y se rota, por supuesto, observando lo que aguanta el pasto para evitar sobrepastoreos», explicó, puntualizando que hay dos personas de a caballo bien entrenadas que hacen el seguimiento. El lote más grande es de 70 hectáreas y la idea es achicarlo a la mitad, así se mejora la eficiencia en la cosecha. «Lo más importante es que al tener más parcelas, se les puede dar un descanso de 30-40 días. Ahora, estamos haciendo mediciones de materia seca con el INTA Las Breñas para evaluar el efecto de la intensificación», señaló.
«En la recría pastoril logramos ganancias de peso de aproximadamente 700 gr/cab/día. En concreto, donde antes perdíamos plata con la agricultura, hoy, obtenemos 200 kg/ha de carne. Los números son diferentes. Incluso empezamos a brindar servicios de hotelería para este eslabón clave de la cadena», aseguró Buteler.
Resumiendo, las compras de terneros empiezan en junio, están cinco meses a corral, y en el período de las lluvias, entre noviembre y mayo, o sea durante siete meses, se recrían a pasto. Finalmente, se engordan a corral y salen a faena.
«Construir el feedlot en Córdoba, fue una decisión empresarial, porque el campo está muy cerca de la ruta, con esto se facilita la logística de insumos y la comercialización”, aseveró.
Por ahora, toda la producción se destina a consumo interno, en la propia provincia. «Ya hemos habilitado el campo para exportación, pero todavía no hemos hecho ninguna operación con ese destino. Pienso que diversificar rubros y mercados es clave en los tiempos que corren», finalizó.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Publicaciòn de «Valor Carne» de fecha 10-03-2020